Salud

Científicos riojanos identifican marcadores clave en el diagnóstico de un ictus

El Gobierno de La Rioja, en su firme apuesta por el refuerzo de la investigación biomédica apoya de manera decidida todos aquellos estudios e investigaciones que se llevan a cabo a través de la Fundación RiojaSalud y el Servicio Riojano de Salud con el objetivo de mejorar la salud y la calidad de vida de las riojanas y los riojanos.

En este contexto, son numerosos los resultados exitosos cosechados recientemente por los investigadores del CIBIR y el Hospital Universitario San Pedro, entre los que destaca un estudio publicado recientemente con el que se ha logrado identificar biomarcadores que permiten distinguir rápidamente el tipo de ictus que puede estar sufriendo un paciente.

El hallazgo se hace público coincidiendo con la celebración este sábado del Día Mundial del Ictus, una enfermedad que supone la segunda causa de muerte en España, la primera en mujeres y la primera de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda causa de demencia. El trabajo científico está liderado por el Grupo de Angiogénesis del CIBIR y ha participado la unidad de ictus del Hospital San Pedro.

En el estudio han participado 100 pacientes riojanos (36 con ictus isquémico y 64 con ictus hemorrágico). En dichos pacientes, se ha comprobado que los niveles de CCL5 son menores en pacientes con ictus hemorrágico que en personas sanas y que en pacientes con ictus isquémico, por lo que CCL5 puede ser utilizado como un biomarcador diagnóstico, que identifica rápidamente a los pacientes con ictus hemorrágico. Es preciso detallar que los biomarcadores son parámetros clínicos o bioquímicos que permiten hacer predicciones acerca del diagnóstico y/o la evolución de una enfermedad. Esto ayuda a los médicos a clasificar a los pacientes y a diseñar tratamientos más personalizados.

Es importante distinguir entre ambos tipos de ictus, ya que el hemorrágico es más grave y se asocia con una mayor mortalidad. También se observó que los pacientes con ictus isquémico que tenían niveles bajos de CCL5 presentaban un crecimiento de su volumen de infarto, algo que está relacionado con un peor pronóstico.

Este dato permite predecir qué pacientes van a responder mejor o peor a la terapia habitual, señalando a aquellos que se podrían beneficiar de una terapia más intensiva. Las conclusiones del trabajo señalan que la quimioquina CCL5 sería una molécula neuroprotectora en el caso del ictus y esta información puede ser crucial para desarrollar nuevas terapias para el tratamiento de esta enfermedad, cuya incidencia se espera que crezca rápidamente junto con el envejecimiento de la población.

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