Manos a la obra. El entorno de la antigua estación de autobuses ha comenzado este martes a transformarse desde que el pasado 12 de septiembre los vehículos pesados abandonasen el recinto para acomodarse en la nueva infraestructura, unos 150 metros más al sur.
Desde entonces, el patio de dársenas ha permanecido desierto y sus accesos vallados, a la espera de una solución provisional mientras se define el futuro centro intergeneracional, cuyas obras deben comenzar a principios de 2025 y dotará de vida a la manzana comprendida entre la Avenida de España, la calle Belchite y Pío XII.
Las familias del colegio Espartero han reivindicado con insistencia –la última concentración tuvo lugar esta misma semana– la habilitación de las antiguas dársenas como un parque abierto al público, en lugar del aparcamiento regulado que, con carácter provisional, ocupará la zona hasta la rehabilitación del entorno.
Sus reclamaciones, en cambio, no han sido tomadas en consideración y desde primera hora de este martes los operarios ya han iniciado las labores de parcelación de las futuras plazas de aparcamiento regulado.
Es cuestión de días, por tanto, que el vallado perimetral que impide los accesos al antiguo patio de dársenas desaparezca y los autobuses que migraron a la nueva estación hace ahora tres meses dejen paso a los turismos en busca de estacionamiento
