Gastronomía

Ignacio Echapresto: «Esto es un regalo, la Rosi hubiera cumplido mañana 70 años»

FOTO: EFE/ Enric Fontcuberta.

De la mano, Ignacio y Carlos superaron, emocionados, el pasillo que les ha conducido hacia el escenario principal, para colocarse la chaquetilla que les acredita como el único restaurante que pasa de una a dos estrellas Michelin en esta edición. Apenas veinte metros que resumen a la perfección lo que es Venta Moncalvillo, una casa de comidas de pueblo que puso en marcha la Rosa, su madre, hace mucho tiempo, y que ellos se pusieron al frente cuando ésta precisó de dar un paso a un lado.

«Esto es un regalo. Mañana (por este miércoles) la Rosa hubiera cumplido setenta años», ha indicado ya sobre el escenario Ignacio Echapresto, con Carlos, su hermano, siempre a su lado, visiblemente emocionados. «Suele hablar él (por Carlos) pero esta vez me ha tocado a mí», ha indicado el chef que ha decidido con audacia, ambición y talento, tras la estrella obtenida en 2010, dar un giro de tuerca más a su cocina y apostar por la biodinámica y la sostenibilidad como nuevas banderas de su proceso creativo.

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

«Somos unos intrusos», ha señalado en relación a la sensación que siempre acompaña a estos dos hermanos, que no se formaron como tal en grandes cocinas ni en grandes cursos pero que ya ocupan un puesto preferente entre la alta cocina española. «Somos dos chavales de pueblo que no sabían dónde iban a llegar porque somos dos intrusos, elegantes, pero dos intrusos. Así que esto es la hostia para nosotros», ha remarcado el chef de Daroca de Rioja que ha dejado clara su procedencia en sus primeras palabras: «Estamos emocionados de cojones».

Ha dedicado este reconocimiento a todo su equipo, «por el alma y el tesón». «Esta chaquetilla es para todos ellos», ha repetido. Le ha dedicado este momento a su hermano, «el yang de todo esto», al considerarse Ignacio «el jing» de lo que están viviendo. Se lo han dedicado, los hermanos Echapresto, a sus compañeras de vida, «a Mari Jose y Ana, por ayudarnos, cuidarnos y hacer que nuestra cabeza siempre esté en el suelo cuando estamos en las estrellas». Y por supuesto a su padre Carmelo, «por saber tener visión de futuro, por mirar al horizonte y apoyarnos siempre, y así sigue siendo hoy en día». Y por supuesto a la Rosi, «es un regalo, mañana hubiera cumplido setenta años, celébralo allá dónde estés porque contigo empezó todo».

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