La Rioja

Logroño empieza a decir adiós al edificio de Gran Vía, 21

Logroño empieza a decir adiós al edificio de Gran Vía 21

La Gran Vía comienza a asumir la desaparición de uno de los edificios más antiguos de la principal calle de Logroño. Todo está preparado para que el inmueble del número 21 comience a borrar su impronta, poniendo fin a casi un siglo de presencia en la rutina diaria de la capital riojana y a varias décadas de debate y litigio sobre qué hacer con esa planta baja y cinco alturas, con su característica fachada rosada en uno de los enclaves más codiciados de la ciudad.

Los andamios auguran el inicio de las labores de derribo de un edificio declarado por el Ayuntamiento en ruina económica desde el pasado verano, si bien anteriormente ya había obtenido la declaración de ruina técnica. Una calificación anulada por los tribunales tras un farragoso camino judicial sobre qué hacer con el inmueble, tras un agrio enfrentamiento entre los propietarios que abogaban por la demolición y los que consideraban que bastaba con una profusa rehabilitación.

La dilatación del proceso ha jugado en contra de la viabilidad del edificio, levantado a finales de los años 20 con el diseño de Quintín Bello y modificado posteriormente en diversas reformas. En la última década la vida del inmueble había quedado relegada  a la actividad de sus tres locales comerciales ubicados en la planta baja: la cafetería en la esquina con República Argentina (único comercio que ha sobrevivido hasta los últimos días del edificio), un pequeño estanco (sustituido en los últimos años por un negocio de paquetería) y un establecimiento de telefonía móvil, desaparecido en el último lustro.

Un futuro más elevado

Toda vez que el ‘edificio rosa’ desaparezca del paisaje urbano logroñés -los plazos de demolición rondarán los tres meses-, el futuro inmediato depara un nuevo bloque de viviendas -en el que la propiedad del inmueble, conformada por una quincena de personas y entidades, actuaría como promotora-, con posibilidad de ganar tres alturas para igualar la cota con los edificios de la misma manzana con vistas a la Gran Vía.

 

En todo este arduo camino hacia el derribo se llegó a consensuar entre las comunidades de este edificio y el del número 19 (de idéntica altura aunque dimensiones mucho más estrechas) la posibilidad de incluir este inmueble en el proceso de reedificación. Mientras se aguarda al nuevo aspecto de una de las esquinas más transitadas de la ciudad, tocará acostumbrarse al vacío de un espacio que generado innumerables dolores de cabeza a propietarios y gestores municipales en las últimas décadas.

Subir