La Rioja

La Iglesia riojana, “a disposición” de las víctimas de abusos sexuales

La Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño ha expresado este martes su “disposición para atender a las personas que hayan sido víctimas de abusos sexuales” en la región.

La Iglesia riojana ha emitido un comunicado en el que indica que “los datos que tenemos sobre los casos de abusos cometidos por sacerdotes en nuestra Iglesia particular ya han sido publicados en el informe del Defensor del Pueblo y son los mismos que fueron comunicados a las distintas entidades que lo solicitaron: CEE, despacho Cremades & Calvo Sotelo , Fiscalía General del Estado, Fiscalía de La Rioja, y al mencionado Defensor del Pueblo”.

Cabe recordar que a finales de la pasada semana el Defensor del Pueblo emitió un amplio informe en el que se concluía que desde los años 60 se han registrado en La Rioja cuatro víctimas de abusos sexuales (tres hombres y una mujer, con dos menores de edad entre ellos) a cargo de dos sacerdotes de la Diócesis riojana.

Según el documento, las agresiones en La Rioja se dieron entre la década de los sesenta y el pasado 2021. Casos algunos que no han trascendido pero sí fueron denunciados en la Unidad de Atención a Víctimas del Defensor del Pueblo y otros revelados por las investigaciones minuciosas que desarrolló el periódico El País y que ha desembocado en este informe.

Papeles que revelan que Maristas, Rey Pastor, Salesianos, Nuestra Señora de Valvanera, Salvatorianos y Escolapias Sotillo son los centros logroñeses donde se dieron ataques sexuales durante los sesenta y 2021. A estos seis colegios habría que sumarle otras localizaciones religiosas que también fueron escenario de casos de pederastia: la parroquia San Ignacio de Loyola, un domicilio particular y un centro de ejercicios espirituales.

Además de en Logroño, el informe hace referencia también a un caso que se dio en El Rasillo. En esta ocasión el supuesto agresor sería el sacerdote V.L.T., que abusó de dos jóvenes, uno de ellos menor de edad, en la Casa del Sacerdote. Al parecer, el sacerdote ofrecía dinero y tabaco por ir a su casa del Casco Antiguo para charlar y “disfrutar de un proyector Súper 8 que guardaba, por cierto, junto a una buena colección de películas porno”.

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