Toros

Deslucida presentación de Fabio Jiménez en Las Ventas

Foto: Las Ventas

El novillero alfarero Fabio Jiménez nunca podrá presumir de su primera actuación en el ruedo de Las Ventas. Quizás,y ojalá sí, pueda hacerlo de las próximas.

Empezando por lo peor, hay que decir que Jiménez se enfrentó a un sobrero de María Gascón más inválido que el titular de Brazuelas que vio su suerte condenada por el pañuelo verde. Ejemplo de manual de novillo a devolver a los corrales fue este de María Gascón, alto, destartalado, a escasos veinte días de convertirse en toro y aplaudido de salida. Al presidente del festejo y responsable de tal despropósito le corearon aquello de ‘fuera del palco’ entonado con sol-re- fa.Inédito quedó Jiménez con aquella segunda oportunidad de su primera tarde en Madrid que vino a parecer más bien una broma de mal gusto.

Se aplaudió la aparición en escena del que hizo segundo, tan falto de celo en sus primeras embestidas. Acudió al caballo al relance y fue castigado con un puyazo demasiado trasero. Un quite copioso en exceso de Tristán Barroso y una lidia un tanto desordenado ayudaron poco y nada en mejorar las condiciones del novillo de Brazuelas. Brindó al público Jiménez y fue entonces cuando el alfarero tuvo que protegerse del viento y de aquellas emitidas de bruscos finales. Se le afeó en exceso a Jiménez su colocación, que sus despaciosas maneras de hacer el toreo pasaron demasiado desapercibidas.

Tristán Barroso, que también se presentaba hoy en Madrid, hizo lo más destacado de la tarde y se mostró como un novillero cuajado y con oficio. Con la soltura propia de quien puede estar llamado a funcionar en un futuro no muy lejano en esto de los toros.

Los mejores pasajes de su notable actuación llegaron en el sexto, que vino a ser, de largo, el mejor novillo de la tarde. Hubo dos series rotundas en redondo, de mucho temple, ritmo y largura. Una voltereta enrabietó al novillero madrileño, que volvió a la cara de su oponente con decisión, aunque sin aquella fluidez. Sonó un aviso cuando aún interpretaba una serie de manoletinas y a su trasteo le faltaron los obligados pasajes con la mano izquierda.

Cortó una oreja de dudoso valor porque la espada no quedó todo lo arriba que es menester. Un vuelta al ruedo, un tanto por su cuenta, paseó Barroso a la muerte del tercero. La espada cayó trasera y caída y la faena no duró mucho más de dos series mandonas, que es lo que tardó el utrero de Brazuelas en sentirse podido y rajarse por completo. Aquel mando, de mano baja, llegó salpicado de pasajes de mucho gusto y empaque.

A Daniel Medina le pasó en su primero lo mismo que a Fabio Jiménez en el quinto; su novillo, inválido hasta la saciedad, nunca debió permanecer en el ruedo más allá del primer tercio. Regaló tan solo unas pocas embestidas de salida que Medina supo recoger y aprovechar con su capote.

Hizo cuarto un eral de mucho cuajo y apretado de carnes, que nunca embistió con un mínimo de entrega, limitándose casi siempre a pasar, salvo en una serie que, aunque rebrincada, tuvo cierta transmisión. Fue entonces cuando al trasteo de Medina le faltó reunión y ajuste.

La ficha:

Madrid, plaza de toros de Las Ventas.
Novillos de Toros de Brazuelas, bien presentados, algunos, segundo, cuarto y quinto, aplaudidos de salida. Salvo el inválido primero, nobles en líneas generales, siendo el mejor el sexto, con recorrido y transmisión. El quinto fue devuelto por inválido, saliendo un sobrero de María Gascón, también inválido.

Daniel Medina: silencio y silencio tras aviso.
Fabio Jiménez: silencio tras aviso y silencio.
Tristán Barroso: vuelta protestada y oreja tras aviso con protestas.
Al romperse el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en memoria de Juan Carlos Beca Belmonte.

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