La Rioja

Dejarse de gaitas: tradiciones que cambiaron y no pasó nada

En la semana del #SeAcabó, los riojanos se han encontrado con un comunicado en la hoja parroquial del Alhama en el que la parroquia y la Cofradía de San Gil de Cervera no autorizan la participación oficial de mujeres en la gaita de los festejos religiosos (procesión o bajada y subida del santo). “Por respeto a la tradición de nuestras fiestas”.

El escrito añade que “no se pueden acometer innovaciones estructurales en el arte o en el folclore sin estar seguros de que no se destruirá lo que se pretende preservar, por lo que el respeto a la gaita nos pide que la transmitamos tal y como la hemos recibido de nuestros antepasados: sin alteraciones que comprometan su sentido y futuro”.

Fue en 2013 cuando por primera vez dos mujeres intentaron terminar con esta tradicional discriminación en la localidad. Lo hicieron en julio, en la última jornada de las fiestas cerveranas en la que desde hace años se deja bailar también a veteranos, saliéndose así de la tradición más ancestral del municipio que sólo permitía el baile a los jóvenes casaderos. Si ellos, que no cumplían las normas más tradicionales de la cofradía, podían bailar, ¿por qué ellas no?

De 2013 a 2015 pudieron hacerlo sin mayores problemas que los chascarrillos de los vecinos. Las chicas aprovechaban un momento del baile para introducirse en la rueda y poder compartir con sus vecinos la tradicional danza, pero en 2016 comenzaron los insultos. Una vez que ellas se metían a bailar, la música cesaba y eran expulsadas del corro. Ese hecho supuso que mucha más gente se sumase a la reivindicación y pasaron de ser dos a ser casi una veintena de danzadoras.

Desde entonces, la polémica ha estado siempre presente en el municipio. Muchos creen que tienen el mismo derecho que ellos para participar en la Gaita oficial, otros piensan que deberían hacerlo (como lo hacen) en una Gaita mixta alternativa y algunos (cofradía y parroquia entre ellos) están dispuestos a que ni siquiera bailen.

Mientras la polémica llegaba a Cervera, ese mismo verano supuso un momento de cambio en muchos otros municipios. Y es que las tradiciones pueden modificarse y no pasa nada. Las fiestas siguen y las costumbres también. El 12 de agosto de 2016,  Carmen Martín pasó a la historia de Villavelayo como la primera ‘cachibirria’ del municipio. A sus 22 años, portó con orgullo el bastón de mando de la localidad serrana durante las fiestas en honor a Santa Áurea, en la primera ocasión en la que era una mujer quien ostentaba ese honor. Desde entonces, de los criterios de selección de la asociación cultural encargada de elegir ‘cachibirrio’ ha desaparecido para siempre la cuestión de sexo.

Aquel verano ‘mágico’ para la igualdad de género en los festejos populares riojano tuvo su colofón el 27 de agosto, cuando un grupo de mujeres portó sobre sus hombros por primera vez las andas de la Virgen del Villar en un tramo de la procesión desde la iglesia de San Martín de Pradillo hasta su ermita.

Fue dos años más tarde cuando algunas mujeres riojanas se sumaron y decidieron no resignarse con asistir a los eventos tradicionales en calidad de espectadoras. Querían vivir las fiestas, formar parte de ellas, dejar su huella en un terreno en el que su presencia estaba vetada bajo el ‘decreto’ de la tradición.

Ese año, Inés Constante y Paula Ocón pasaban a la historia de Pradillo como las primeras jóvenes danzadoras de la localidad camerana, rompiendo otro techo de cristal. Algo similar pasó en ese 2018 en Nieva de Cameros. Cuatro chicas (Alba Barrutieta, Sara Sicilia, Carla Uruñuela y Candela Ceniceros) veían cumplido su sueño en otra localidad camerana: poder bailar en la plaza como colofón a la procesión de las fiestas de Santiago y Santa Ana.

Pero este cambio en las tradiciones no sólo ha sido cuestión de que las chicas, durante décadas alejadas por imposición de las tradiciones de sus municipios, entraran en ellas. También lo han hecho los chicos en costumbres que estaban negadas para ellos. En Calahorra, desde hace dos años y después de más de cinco décadas, el Ayuntamiento permitió a las peñas que presentaran Reyes de las Fiestas. El primer año sólo dos peñas presentaron a chicos al cargo. Este año ya han sido cuatro.

Pocos casos quedan como el de Cervera en el que las mujeres siguen vetadas a participar en sus fiestas y en sus tradiciones, aunque los hay. En Calahorra, el juego de ‘los borregos’ -una costumbre ancestral de Jueves y Viernes Santo- no permite la entrada a mujeres también aludiendo a la tradición.

Incluso las sociedades gastronómicas, un coto privado hace años sólo a los hombres, ya han empezado en la mayoría de los casos a abrir sus puertas a las mujeres. Primero las dejaron entrar a participar de sus actos y ya son muchas las que cuentan con ellas para ser miembros de pleno derecho.

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