La Rioja

Casco Antiguo calagurritano: y después de los derrumbes, ¿qué?

Una casa más se venía abajo este miércoles en el Casco Antiguo de Calahorra. Una vivienda de tres plantas en la que vivía un vecino de la ciudad que salió ileso tras derrumbarse varios habitáculos del inmueble. En ese mismo momento y por el peligro inminente de un nuevo derrumbe, los servicios técnicos del ayuntamiento decidieron derribar de manera urgente y subsidaria la vivienda. La idea era iniciar los trabajos ese mismo día, pero la complejidad de acceso hasta la zona ha imposibilitado que los trabajos de derribo no hayan empezado hasta este viernes.

Y es que no es sencillo realizar determinados trabajos en la zona. Esta vez, la imposibilidad de que las máquinas llegasen a una calle tan estrecha a la que se accede por una rampa en una de sus bocacalles y por unas escaleras por la otra hacía tener que buscar una camión con pluma lo suficientemente grande para poder acercar las máquinas hasta la vivienda.

Para ello ha habido que derribar dos muros que se habían levantado cuando se tiró hace unos meses otra casa en la zona. “Son calles muy estrechas con zonas de rampas y escaleras que no nos permiten entrar con seguridad de cualquier forma”, explican desde la empresa Construcciones y Canalizaciones de Navarra, que son los encargados de llevar a cabo este derribo.

Ellos están acostumbrados a los impedimentos de trabajar en un Casco Antiguo en el que los derribos son habituales. Casi cuarenta se han realizado en los últimos años, y algo menos de una decena están previstos realizar antes de que termine el año.

“Los problemas de accesibilidad a las zonas son habituales. Hay que buscar máquinas muy específicas para hacerlo y como en este caso, los derribos tienen que ser manuales porque no tenemos margen de espacio para trabajar con máquinas más grandes”, explican desde la firma navarra.

Las de accesibilidad no son las únicas complicaciones. “Luego está la situación de algunas de las calles. En el último derribo que hicimos en esta zona se rompió una tubería porque la zona está como está y las tuberías son de microcemento”.

A todo ello se añade además el cuidado con el que hay que hacer este tipo de derribos: “Hay que hacerlos con una delicadeza impresionante porque las casas que están al lado no están en las mejores condiciones y a veces nos arriesgamos a que se nos vengan también encima”.

Por otro lado, están los materiales antiguos de la mayoría de las viviendas del barrio. “Muchas están hechas con arena y las vigas, en la mayoría de los casos, son de madera y nos las encontramos huecas, carcomidas, con termitas”. Además, “los planos no suelen coincidir con la realidad y en muchas ocasiones nos encontramos con unas casas metidas en otras porque en su día un vecino le compró a otro una habitación y la añadió a su vivienda”.

Estas y muchas otras son las dificultades con las que se encuentran en un barrio en el que los derribos son parte de su día a día. Durante los últimos cuatro años han sido muchos los que se han ido ejecutando de forma subsidiaria. En muchas ocasiones, ante la previsión de tener un edificio declarado en ruinas; otras, porque se vinieron abajo sin previo aviso.

Las desgracias humanas

Fue el caso de la calle Arrabal en junio de 2022. José Luis Muñiz llevaba dos décadas residiendo en uno de los edificios de la calle Arrabal hasta que en julio de 2022 su casa se vino abajo. “No se me cayó la casa encima por diez minutos”, relataba por entonces. La suerte, dentro de la desgracia, fue que después de aparcar su coche junto a la comisaría de policía decidió tomar un café con hielo en un bar. “Eso me permitió no haberme visto debajo de los escombros”. Lo perdió todo. “Me he quedado con lo puesto: la ropa, las zapatillas y las gafas. Aún me quedan por pagar cinco años de hipoteca”.

Algo similar sucedió en agosto de este año en la calle San Andrés. Entonces el mismo concejal de Urbanismo, Antonio Mazo, confesaba que los bomberos se habían jugado la vida en las labores realizadas.

Ese día la suerte evitó desgracias mayores. Algo que no sucedió unas semanas después cuando en la calle Estrella falleció una mujer al caer parte de su casa encima de ella mientras dormía.

Esta vez la suerte ha vuelto a correr del lado de los vecinos calagurritanos. Carlos, el dueño de la vivienda, había estado unos minutos antes en una de las estancias de su casa que se desplomó. Puede contarlo aunque se ha quedado sin nada: lo que llevaba puesto fue lo único que pudo sacar de su vivienda.

La labor municipal

No es algo nuevo. Es fruto del paso del tiempo pero desde el Gobierno municipal han decidido “afrontar el problema e intentar solucionarlo paulatinamente”. En el Casco Antiguo de Calahorra hay 1.501 inmuebles con 3.429 viviendas. Representan el 57,36 por ciento del parque edificatorio total de la ciudad. de los 360.000 metros cuadrados totales, la zona más degradada de este barrio tiene una superficie de unos 270.000 metros cuadrados y alberga 1.052 edificios con más de 50 años de antigüedad.

La idea del Consistotio es realizar una especia de ITV de los edificios a través de diferentes inspecciones de viviendas antiguas para saber exáctamente cuál es el estado y requerir a sus propietarios posibles remodelaciones o derribar los edificios.

Otra de las medidas que el Ayuntamiento llevará a cabo será la actualización del padrón municipal para depurar las posibles situaciones irregulares, ya que se ha detectado que hay propietarios que para sacar mayor rendimiento de su propiedad multiplican las estancias, sin permiso, para acoger a más personas como inquilinas. Y en muchas ocasiones no reúnen las condiciones de salubridad precisas para habitarlas dignamente.

Subir