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En el momento ideal: el ascenso del Logroñés vale doble

Si usted es aficionado del Logroñés, debe estar de enhorabuena por partida doble. En primer lugar, porque acaba de llegar a Segunda División. La segunda razón es algo más compleja: la reestructuración de la Segunda B y la creación de la ‘Segunda B Pro’, una categoría intermedia entre la Segunda y la actual categoría de bronce. Por todo ello, ascender a la liga de plata en 2021 desde la categoría en la que ahora estaba la UD Logroñés será poco menos que una odisea.

Debido a la pandemia, no hubo descensos en Segunda División B y esta pasará a contar con cien equipos la próxima temporada, divididos en cinco grupos de 20 conjuntos. Cada grupo se dividirá a su vez en dos subgrupos de diez clubes. Su criterio de composición será geográfico. Vale, imaginemos el Grupo II, ¿cómo se divide en dos partes? Muy fácil, en formato ‘cremallera’: los nones (1º-3º-5º-7º…), por un lado, y los pares (2º-4º-6º-8º…), por otro. Esta es la parte fácil de la explicación. Ahora la cosa se complica.

Cada subgrupo disputará una liguilla de dieciocho jornadas. En esa primera fase, la clasificación marcará el objetivo por el que lucharán las diferentes entidades. Hasta cuarenta clubes se clasificarán a la nueva Segunda B ‘Pro’.

– Los tres primeros de cada subgrupo (treinta equipos) jugarán una fase de ascenso para obtener cuatro plazas para Segunda División. Además, los veintiséis restantes que no subieran y los cuatro descendidos desde la liga de plata formarían parte en 2021/22 de la ‘Segunda B Pro’, una categoría profesional, tal y como indica su nombre.

– Los bloques que queden entre el cuarto y el sexto lugar (30), jugarán una segunda fase para cubrir los diez cupos restantes de esa nueva categoría.

– Por último, los clasificados en los lugares séptimo, octavo, noveno y décimo (40) protagonizarán la fase de permanencia en Segunda B.

El alivio del ascenso

En primer lugar, la llegada del Logroñés al segundo escalón del balompié patrio asegura otro año extra de fútbol profesional aun en las peores circunstancias, ya que la nueva categoría tendrá también este cariz. Además, despeja sobremanera el horizonte de la entidad logroñesa. Obviamente es fútbol-ficción, pero de no haber ascendido, los riojanos hubiesen tenido un panorama sombrío. Si el actual playoff es un auténtico pozo, imaginen lo que supondrá jugarse cuatro plazas en Segunda entre treinta candidatos. Una sima de proporciones gigantescas.

La lucha entre ‘gallitos’ como el Racing de Santander, el Extremadura, el Deportivo de la Coruña, el Numancia, el Burgos, el Murcia, el Córdoba o los filiales… puede ser encarnizada. A primera vista, podría parecer un buen logro llegar a la ‘Segunda B Pro’. Sin embargo, analizándolo fríamente, supone una permanencia ventajosa. Los equipos que lleguen seguirán en el tercer escalón, pero con un acceso más fácil a Segunda al haber menos componentes (40). Además, una permanencia en Segunda B supone un descenso, mientras que un descenso a Tercera equivaldrá a una doble relegación.

Además, jugarse las habichuelas en dieciocho jornadas supone una dosis elevada de estrés. Un mal arranque puede privar a los gallos de la ‘Pro’ o incluso condenar a algún rezagado a Tercera División. Mientras muchos históricos se juegan todo en menos de cinco meses, la UD Logroñés tendrá diez meses y 42 jornadas para conseguir sus objetivos. Por algo era tan importante volver al fútbol profesional veinte años después. Valió muchísimo el sufrimiento.

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