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Diario de una persecución

La UD Logroñés juega en Alicante con Esther, Jesús, Ricardo, Melitón y Chus ante el Hércules

No sé en qué momento tomaron esa determinación. No sé en qué espacio hallaron la razón de su esfuerzo constante, de su empuje continuo, de su movimiento incansable. No sé en qué instante comenzaron a viajar y, desde entonces, jamás lo han dejado de hacer.

Y sería tan fácil como preguntarles, sería tan sencillo como advertirles sobre esta circunstancia para toparse con su respuesta, pero no me permitirían, amigo lector, escribirles estas líneas. Porque siempre están dispuestos a hablarte, a lanzarte un abrazo, a enviarte un saludo, a animarte en la soledad de las derrotas, a desearte buen viaje de vuelta… pero sin darse importancia, pues en su vida no existen las redes sociales. Nos explican, por tanto, que lo importante, más allá de ganar o perder o de evidenciarlo, es volver a intentarlo. Seguir.

Los conocemos tan bien, son tan de la familia de los que siempre estamos en la carretera hacia los campos del infrafútbol, que sus ojos hablan por sí solos, gesto feliz pese a la derrota constante por una razón de ser: “¿Dónde vamos a estar mejor que animando al Logroñés?”.

Nuestros protagonistas de estas semifinales por el ascenso a la gloria están escribiendo, sin pretenderlo, el diario de una persecución hacia el fútbol profesional. Van, lo viven, lo conservan para sus recuerdos más personales, y siguen, claro que siguen. Siempre. No hay otra manera de comprender esto. Es su voluntad. Así lo han decidido.

Son incansables al desaliento. Hay que seguir. Es su única intención. Porque mientras otros posan, nuestra pareja está, viaja, siente, padece, celebra, y sigue, siempre sigue adelante junto a su equipo de fútbol, el equipo de su ciudad.

Lo hacen desde hace muchos años en Las Gaunas, claro; pero sobre todo en Amorebieta, en Palencia, en Valladolid, en Alicante, en Sestao, en Zaragoza, en Gernika, en aquel puto campo de Socuéllamos a la contra del viento manchego… Allá donde haya jugado la Unión Deportiva Logroñés, nuestra pareja ha estado. Siempre presentes.

Son la Unión Deportiva Logroñés en primera persona, recuerdos en movimiento, alejados de la nostalgia, sintiendo íntimamente relacionados con lo que ha pasado, esperando estar en el momento donde todo tenga sentido. Son Esther y Jesús. Son el Estar y el Ser. Son la Unión Deportiva Logroñés en primera persona del singular. Ellos están. Siempre están.

Ricardo, Melitón y ‘la Chus’

Codo con codo con Ricardo y Melitón, con Melitón y Ricardo. Y Chus, la maravillosa Chus, a la que no le gusta el fútbol, pero acompaña, sufre, y anima a los perdedores que somos los suyos, los de blanco y rojo, los que viajamos tras el paso que ellos nos marcan. Son los que iluminan el camino. A voz baja nos lo explican todo.

Cinco baluartes de ese sentir local para ganar una persecución constante, incansable, hacia un espacio que da cierto vértigo por lo desconocido. Pero saben que el viaje constante es lo que merece la pena, porque el tiempo pasa y a ellos no les va a pillar en fuera de juego. Ellos no han perdido el tiempo. Han ganado vivencias en las ciudades monumentales, en las cafeterías a pie de carretera, en las terrazas del café solo con hielo, en los pueblos infames, en las tarde heladas, y en los partidos al sol. Ellos hacen patria del Rioja de cuna con su camiseta blanquirroja a cambio, solo, de vivencias futbolísticas.

Aliento constante en la soledad de Llodio, Durango, Estella, Tajonar, Zamudio, Guijuelo, Ferrol, Astorga… Persiguen su ascenso con la sonrisa constante que provoca animar al equipo de tu ciudad. Son nuestros cuatro primeros de los fantásticos 9.141 de Las Gaunas.

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