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Otra escaramuza superada

Olaetxea celebra su tanto frente al Langreo con Marcos André y Ñoño | Foto: Eduardo del Campo
Olaetxea celebra su tanto frente al Langreo con Marcos André y Ñoño | Foto: Eduardo del Campo

Son los dueños del barrio. No les tose ni dios. Que sacas los pies del tiesto, que te vienes arriba, que reclamas tu espacio en su territorio… pues estos te dan un golpe final que a buen seguro deja a su rival descolocado buena parte de la semana que está por venir. “Merecí algo mejor”. “Qué injusto”. “Es que no veas, la tuvimos para haber ganado”. “En Las Gaunas, ¡eh!, en Las Gaunas”. “Este deporte es así, pero vaya mala hostia que traigo de Logroño”. Son los pensamientos no verbalizados de la expedición del Unión Popular Langreo que regresa a casa, como le pasó al Vitoria, al Racing, o la Cultural…, cansados y apaleados por haber recibido una herida mortal en el minuto 87, cuando ya perdían tiempo los asturianos porque el empate les valía.

UD Logroñés - UP Langreo | Foto: Eduardo del Campo ©

Lavsanda disputa una pelota con Carles Salvador, que lleva botas totalmente negras, como los mejores jefes de una banda. /  Eduardo del Campo ©

Claro, pensaron con lógica, que si su rival no había sido capaz de hacerles daño de cara, frente a frente, tras 25 minutos iniciales perfectos de los riojanos, como para hacérselo cuando estos le dieron la espalda al partido porque el Langreo parecía que les había metido el miedo en el cuerpo. Imposible. Ni aun cuando Miguel se la sacó a González, en otra parada que da puntos a falta de cinco minutos para el final.
Tras esta gran oportunidad desbaratada por el gran capitán, los asturianos, con lógica, pensaron: “Bueno, con ésta ya no se atreverán a venir a por más”. “Nos darán la espalda y firmarán el empate, que no es tan malo. Un punto es un punto”. Y todos tan contentos. Y nos les falta razón. Un gol anulado y un balón al poste en solo dos minutos, mediada de la primera mitad, es como para meterle el susto a cualquiera y no arriesgar para nada en el tramo final.

Pero es que la famosa ‘Banda de la Guindalera’, ésa que se mueve por el sur de la ciudad y por el norte de la clasificación, no actúa con moderación ni responsabilidad. No conoce el término medio. Por eso es capaz de fallar una y otra vez, a modo de tortura china para someter a su rival, que en cuanto comienza a saborear las mieles del éxito… llega el gol local.

Entonces le suelta un navajazo trapero impropio de un equipo que hasta no hace muchas semanas era dulce, confortable, amistoso. Lo ha sido prácticamente estas diez temporadas. Ha sido, de siempre, la versión balompédica de los ‘Osos Amorosos’. Ahora, domina la suerte del navajazo trapero, y por la espalda… y hasta de espaldas.

Olaetxea celebra el tanto tras la asistencia de Ñoño. / Eduardo del Campo

Porque el gol de Olaetxea llega tras un saque de falta lateral de Ñoño, y una peinada al ángulo inferior derecho de Olaetxea que llega por puro instinto. Que ese balón no ha ido ahí porque el jugador la quiera mandar ahí. Ha ido ahí porque el instinto ganador la envía ahí. Que eso no se entrena. O se huele la sangre y se manda ahí, o se pasa de puntillas por la vida. Las dinámicas, vaya.

Y Olaetxea, tras dos meses eternos de lesión, ha vuelto para hacer feliz a Las Gaunas, para llevar a los aficionados a otra piña masiva bajo la grada de Preferencia de Las Gaunas. 3.022 aficionados locos porque se sienten representados por estos jugadores que han hecho del 1-0 y del 0-1 el arte futbolístico supremo. Porque no hay mejor forma de ganar que siempre por la mínima.

Son los triunfos que rebotan en el pecho, son el latir de un corazón que bombea sangre blanquirroja como hacía unos cuantos lustros no se producía. Son las victorias que afilian y crean afición. Porque todos aprietan los ‘machos’ atrás –también los de la grada- y el gol espera a una escaramuza final que siempre llega. Es el fútbol de barrio, el que representa a los aficionados normales, que siguen creyendo en el barro antes de la conquista de la estrellas.

Es el tanto de Olaetxea el reflejo de tantas virtudes como defectos. Porque cuesta entender que aún haya gente que vaya a Las Gaunas a ver jugar a su equipo. Es decir, a ver jugar a su equipo como juegan en la tele. Es fácil comprender que quien va a Las Gaunas lo hace para ver a unos jugadores entre lo profesional y lo amateur que se parten la cara por unos colores y que se dejan la hiel en cada lance para ganar y ganar y volver a ganar. Y la ‘Banda de la Guindalera’ es tan imperfecta cuando mejor juega (porque no le hace un gol a casi nadie), como es perfecta para insistir hasta el final, para creer en ellos mismos, para empujar hasta hacer caer a sus rivales, para meter a los aficionados en los partidos.

Lo imperfecto no es lo erróneo. Errar es no insistir, es no intentarlo. Lo imperfecto es fallar una oportunidad clara tras otra para finalmente hallar el camino del gol de la forma más insospechada, porque nadie podía imaginar que Lander Olaetxea fuera a marcar de espaldas y a balón parado. Pero es lo que hay, y por suerte, la ‘Banda de la Guindalera’ no es perfecta, pero es nuestra banda y nos representa sobre el terreno de juego.

FICHA TÉCNICA:

UD Logroñés: Miguel, Iglesias (Santos, m. 85), Caneda, Bobadilla, Iñaki, Andy, Carles Salvador, Rubén Martínez (Olaetxea, m. 65), Ñoño, Víctor López (Ousama Siddiki, m. 82) y Marcos André.

UP Langreo: Torre, Cristian, Alain, Jorge García, Zubiri, Ábalo (David, m. 68), Lavsanda (Riki, m. 56), Nespral (Andrés, m. 81), Javi Sánchez y Allyson.

Gol: 1-0, m. 87. Olaetxea remata de cabeza tras un centro al área de Ñoño.

Árbitro: Fernández Vidal (Valenciano). Ayudado por López y Moreno. Amestó a Bobadilla, que se perderá el próximo partido, por el conjunto local; y Adrián Torre, Javi Sánchez y Zubiri, por el Langreo.

Incidencias: 3.022 espectadores. Tarde fría, ventosa y lluviosa.

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