Hasta que la ciencia no avance lo suficiente para conseguir teletransportar a las personas o el presidente de la UD Logroñés, Félix Revuelta, ponga su avión privado a disposición de aquel periodista o aficionado que lo solicite, habrá veces que ineludibles compromisos alejen a la gente del campo en el que juegue la escuadra riojana. Y este fin de semana me ha tocado a mí: autobús Madrid-Logroño a las 16,30 horas. Imposible acudir a La Eragudina. La radio con Sergio Moreno (que estrenaba una APP para escucharle) iba a ser la manera de seguir al equipo contra el Astorga.
La UD Logroñés y un hombre en el asiento de al lado como compañía para la primera parte del trayecto. El socio improvisado de viaje llevaba un gorro de lana, unos auriculares enormes y un zumo en la mano a modo de brick de vino que llevan los vagabundos barbudos de abrigos largos, desgarrados y viejos. Nadie parecía inquieto. Todo era silencio y tranquilidad. Ni un compañero para ir comentando. A encajarse en el asiento con los auriculares y el ordenador. Para saciar el apetito futbolero, alineaciones en Twitter: los recién llegados Carlos Barreda y Luis Morán, titulares. Bien. Han venido para jugar y no como relleno.
Los pensamientos y las cavilaciones, a funcionar. Así el viaje se hace más corto. La M-30, las cuatro torres, Chamartín… y más tranquilidad en el autobús. La UD Logroñés podía dormir líder del Grupo I esta noche y a nadie parecía importarle. Menos aún a mi compañero, preocupado en poner en hora su reloj y en seguir sosteniendo su pequeño zumo. Al otro lado del pasillo, dos jóvenes miraban sus móviles y envíaban mensajes. Seguramente de amor. Y no era a mí. Pero no me preocupaba en ese momento, quizás sí al acabar la crónica. Lo que sí le preocupaba a Pouso era Peláez, jugador estandarte del conjunto maragato, pero una lesión lo alejó del terreno de juego al poco de comenzar el partido.
Llegaron los goles. Iker Alegre hizo el primero y miré hacia todos los lados. Nadie celebraba. La misma tranquilidad que antes. El autobús atravesaba la sierra madrileña al tiempo que Muneta, Luis Morán e Iker Alegre se inventaban una jugada de fantasía para que el centrocampista asturiano pusiera virtualmente líder a la UD Logroñés. Pim, pam, pum. El pulpo Romero batido por primera vez. ″La cara de Luis Morán tiene una sonrisa como la del que acaba de contar un buen chiste o el que se ha llevado a la más guapa del baile″, decía el comentarista Miguel Merino. Pronto se iba a borrar. Sólo cuatro minutos más tarde. Gol de David Bandera en un remate desde el punto de penalti. 1-1. Del 24 al 28. Del primer puesto al segundo. La UD Logroñés sube y baja cada jornada en los primeros puestos en cuestión de segundos y el ascensor no termina de llegar a la azotea.
Cuando el sueño atenazaba en el incómodo asiento del autobús porque el partido se había vuelto más impreciso y la meseta castellana se abría hasta el infinito, Sergio Moreno rompía el hastío: ″Ay mi madre que ha pitado penalti″. Mano de Jacobo Trigo y amarilla. Pocas dudas. Más bien ninguna. Falló Bandera en el lanzamiento al enviar el balón fuera, pero no así su compañero Puente. Pocos instantes después, Jacobo hacía otro penalti al derribar a Beceiro y el jugador del equipo leonés no perdonaba. 2-1. La primera derrota del 2016 para la UD Logroñés aparecía en el cielo maragato.
También aparecía Beceiro. Bicicleta y disparo. Gol y sentencia. Remontada confirmada. 3-1. El penúltimo ganándole al segundo clasificado. Vuelta de tortilla. Pudo caer el cuarto, pero el palo repelió el cuero. La UD Logroñés no tenía capacidad de reacción. Algún día tenía que joderse el Perú tras once partidos invicto (siete victorias y cuatro empates). No perdía el conjunto de Carlos Pouso desde el pasado 8 de noviembre contra el Somozas, pero el Astorga ha terminado con su racha. El tercer asalto al liderato ha acabado como los dos anteriores: casi. Media hora le habían durado los dos pasados, este fue mucho más breve y doloroso porque acabó cayendo como ya casi ningún aficionado recordaba que podía pasarle al conjunto blanquirrojo. En la tierra del cocido maragato, donde el cocido se come al revés que en el resto de lugares, el peor local le ganó al mejor visitante. Astorga es un lugar peculiar.
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