Gastronomía

La Academia de Gastronomía premia el compromiso vital

La cocina es un estilo de vida. La hostelería es un estilo de vida. El restaurante es su vida. El compromiso vital con una profesión que pasa a ser parte fundamental de sus vidas. Vicente no entendería su vida sin la cocina. Una de las abuelas de la cocina riojana, que sigue al pie del cañón en Casa Masip -uno de esas casas de comida que merecen mucho la pena- recibió este pasado jueves el cariño de todos los amantes de la buena mesa. Gracias a los premios que por tercera edición entrega la Academia Riojana de Gastronomía. Vicenta, emblema de la culinaria regional, recogió junto a su familia gastronómica otro premio a toda una vida.

Como los hermanos Echapresto. Ignacio y Carlos, que viven su mejor momento tras la segunda estrella Michelin. Así que la Academia Riojana de Gastronomía les ha reconocido también su compromiso con la cocina, en su caso con la alta cocina. Ésa que sitúa a La Rioja como la región con más estelados per cápita. Su trabajo, y el de otros colegas, convierte a la región en una referencia nacional de la buena mesa. La alta cocina como ariete de proyección internacional, como locomotora turística de una región pequeña de intensos y ricos sabores.

Una tierra de producto. Los espárragos, los guisantes, las alcachofas, la coliflor, la borraja… delicias naturales que los chefs tienen a diario en sus cocinas gracias al trabajo de muchos agricultores que se parten el lomo de sol a sol para que la verdura sea otro referente regional. Y en esto, Calahorra tiene mucho que decir. Por eso organiza unas Jornadas Gastronómicas de la Verdura, que fomenta la alimentación saludable desde la creatividad de los bares y restaurantes de esta ciudad. El valor de la huerta calagurritana que también ha premiado la Academia Riojana de Gastronomía, cuya labor se base en el fomento de la cultura culinaria riojana aquí y fuera de nuestras fronteras regionales.

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