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El deseo atávico de jugar en La Salera

El fútbol de los ochenta está sobrevalorado. Muy sobrevalorado. Ni era tan enérgico y ni tan heroico. Si le quitas los tipos con bigote y los diseños de algunas camisetas, volver a los ochenta sería un error imperdonable por mucho que Luis Rubiales -y sus muchachos- parece empeñado en apretar el botón de la máquina del tiempo.

Aquel era otro deporte. Se jugaba más lento, había menos calidad, y se intentaba pasar la pelota sobre terrenos de juego habitualmente anegados sencillamente porque se cuidaban con poca ciencia y menos inversión. Y todo este espectáculo se debía seguir desde las gradas de unos estadios incómodos en donde era complicado ver los partidos.

Jugar sobre el barro, ver el fútbol de pie, seguir la pelota de un lado para el otro sin mucha sensibilidad, chocar, sangrar, escupir… es el sueño atávico del futbolero, que daría su brazo izquierdo si de vez en cuando pudiera regresar a aquellos días en los que dentro de un estadio se podía hacer prácticamente de todo: se fumaban puros, se bebía alcohol, se encendían hogueras para calentarse -sí, todo esto han ocurrido más de una vez en el viejo Las Gaunas- mientras el frutero de la esquina intentaba romper la defensa por el costado derecho.

Es el fútbol de nuestros antepasados, que este domingo volverá a las vidas de los seguidores de la UD Logroñés, que durante años parecían impresionados por los partidos que se guerreaban en La Salera. Desde la distancia de las categorías superiores, el deseo atávico se convertía en el sueño menor de jugar en Nájera para vivir la experiencia de La Salera. Pues ya está aquí, y ni será tan bonito ni tan sencillo como a buen seguro han imaginado muchos aficionados de la UD Logroñés.

Este domingo, desde las 17:00 horas, la UD Logroñés viajará al pasado para ganarse su futuro. Jugará en La Salera con la necesidad de tener que ganar para seguir acechando, por el subcampeonato, al Barakaldo, que jugará una hora más tarde ante el Izarra en Lasesarre. Se trata de sellar en el pasaporte deportivo el haber competido al menos una vez en este recinto que alguien debería intentar arreglar de una vez por todas. La Salera mola en fotografías, en los vídeos de otros, pero no será un paso sencillo para unos blanquirrojos que han entendido perfectamente que todos los pecados cometidos el curso pasado se purgan disfrutando de lo que suceda este domingo en Nájera, contra el Náxara, en La Salera.

Suma una vuelta sin perder en casa el penúltimo clasificado de la categoría. La derrota del pasado fin de semana ante el Brea ha frenado de golpe y porrazo al equipo de Josean García, en clara mejoría desde hace unas cuantas semanas, aunque en una reacción tardía. Sería el quinto mejor equipo del grupo en la clasificación de las últimas cinco jornadas. El Náxara está bien y jugará la baza del camuflaje. Las trampas de La Salera a veces no se ven. Y o se marca pronto o el equipo rival sufrirá como lo hizo el Bilbao Ahtletic que ganó muy apurado en el tiempo de descuento.

El Náxara ha mejorado durante esta segunda vuelta. Es mejor equipo que en la primera parte del torneo, donde la inexperiencia a buen seguro le llevará a descender de categoría, pero lo hará con honores, y nada mejor que competir e intentar superar a una UD Logroñés que se está jugando acceder a la fase de ascenso en la mejor posición posible.

Sin Enzo Facchin para remover los partidos desde el banquillo, sin Monreal para seguir siendo decisivo a balón parado, sin Alex Arias para jugar por dentro, Diego Martínez, muy querido en Nájera, deberá resolver con tino la trampa de La Salera, en dónde él aprendió ese otro fútbol que ahora le tiene en el principal banquillo del fútbol riojano. Sabe que no se pueden cometer errores, que el Náxara no se debe adelantar en el marcador, que su equipo debe hacer gol cuanto antes… Pero la fórmula magistral no siempre se logra aplicar en La Salera, que tiene sus cosas.

Se vivirá un duelo de David contra Goliat y ahí el Náxara y sus seguidores se sienten muy cómodos. Muchos que ganar, nada que perder, habrá que observar si el Náxara busca el triunfo a todo costa conocedor de que es el único resultado que le sirve a falta de cinco jornadas para el final, o se conforma con esperar para ver de qué es capaz su rival.

Dentro del campo, el plan parece establecido. Fuera, el asunto se vivirá como una auténtica fiesta. El deseo atávico de jugar en La Salera ha permitido una fiesta del fútbol riojano que tiene muy buena pinta, gracias a dos aficiones hermanadas, una fan zone, una paellada, degustaciones varias, vinos, música y lo que haga falta, porque en los ochenta al fútbol se iba bien comido.

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