Los bodegueros tenían siempre un pájaro en la entrada a sus calados. Si el pájaro estaba vivo se podía acceder al interior de estas cuevas para ver cómo evolucionaba el maravilloso proceso de convertir el azúcar en alcohol. Ya en el interior, la vista del experto en la materia se dirigía de vez en cuando hacia el pequeño pajarito, con el único deseo de que siguiera a sus cosas dentro de su jaula. De lo contrario, tocaba echar a correr. Significaba que la estancia se estaba quedando sin oxígeno.
El tufo es la muerte silenciosa de los viticultores. Vacía rápidamente la estancia de aire sano y el final trágico está garantizado. La correcta ventilación de la estancia es el único remedio para luchar contra este beso mortal. Si el pajarito sigue vivo en su jaula, todo está controlado. Nada malo puede ocurrir entonces.
Es el pensamiento que tuvieron muchos al ver calentar a Enzo Facchín por la banda de Lasesarre, delante de la puerta de acceso a un partido que estaba perdido a falta de diez minutos. Su equipo se estaba quedando sin oxígeno. Pero el pajarito seguía vivo en su jaula. Nada malo podía ocurrir. Como demostró en cuanto desplegó sus alas sobre el césped del estadio vizcaíno.
Le bastaron seis minutos para salvar de nuevo al equipo. Tiempo suficiente para hacer un gol gracias a un disparo seco cruzado que alojó en la misma escuadra de la portería en la que los casi trescientos seguidores blanquirrojos se aferraban al poco oxígeno que le quedaba al partido para al menos salvar un punto.
FOTO: UD Logroñés/ Riojapress.
El pajarito es infalible, porque en juego está la vida, la suya y la del resto de ocupantes de esta estancia en Segunda Federación que debe permitir al acceso directo al piso superior. Enzo Facchín lo ha hecho ya dos veces, con dos goles que ha permitido sumar dos puntos a la UD Logroñés, que sigue invicta en liga también gracias a la cosecha del uruguayo, que es el sexto jugador con menos minutos de la plantilla riojana, pero al mismo tiempo es el que más rentable le está saliendo a Diego Martínez. Le puso el domingo cuando el partido fallecía, y salvó un punto y le restó dos a un rival directo como el Barakaldo. Los cambios del técnico fueron los necesarios. Cobo, Ander Vitoria y Enzo conectaron para dar el gol del empate a su equipo.
Este pajarito lo volvió hacer. Está tocado por el oportunismo, como demostró un domingo por la mañana en la ciudad deportiva del Real Zaragoza. Marcó en los minutos finales del partido. Fue a buen seguro el primer balón que tocó aquel día. Llevaba unos segundos sobre el terreno de juego. Pasaba por allí, porque el pájaro siempre está alerta. Necesita ese aire para respirar, cada gol es un paso más cerca de seguir adelante con su sueño europeo. Y dentro del área pilló una bola que nadie más vio venir. De primeras para dentro y la UD Logroñés salvó un punto a tiempo.
Y el debate está instalado entre el aficionado de la UD Logroñés, deseoso de que su pajarito, cedido por Rentistas hasta final de temporada y con ficha del filial tras una pretemporada en la que jugó más de lateral izquierdo que de jugador ofensivo, vuele durante más tiempo, como ha hecho en Copa Federación, competición que le ha permitido ir ganando presencia en el equipo.
Suma ya tres goles en liga, y parece evidente que Enzo se está ganando más minutos sobre el terreno de juego. Enzo es el pajarito que necesita todo buen bodeguero para no caer rendido mientras trata de cumplir la necesidad de hacer el mejor vino.
