Gastronomía

Patatas bravas: ‘El vermut del pueblo’ (III)

El verano ya está aquí. Y en La Rioja a la Mesa tenemos ganas de coger la feliz rutina de salir a la fresca, y en alguna de las terrazas de La Rioja disfrutar de un refrigerio que ayude a pasar el mal trago de las altas temperaturas mientras la casa se ventila. Es la versión de bajar la silla al fresco de la calle pero aprovechando el buen hacer de los hosteleros riojanos.

Y estamos comprobando esta semana que el asunto de las patatas bravas gusta. Gusta mucho. Como a Enrique. Que recomienda unas patatas bravas que ya reconocimos el pasado martes. “Soy fiel a las patatas bravas de la Taberna del Laurel desde el año 1988”. Forman parte del recuerdo gastronómico de Enrique, “de cuando estudié en COU Valvanera”. Disfrutar de unas patatas bravas sensacionales como las de La Taberna del Laurel mientras se está estudiando es algo que solo se puede dar en una ciudad tan gastronómica como Logroño.

La bravas del Ibiza en el Espolón

Las patatas bravas son una receta popular, tan extendida que pocos bares y locales se resisten a presentar su versión, y si lo hacen es porque salen, porque es una ración que apetece, que solventa un vermut o una cena entre amigos. Las bravas se dan en los bares del centro de las ciudades, en las callejuelas de las partes viejas, en los barrios… Como la recomendación de Manolo. Le gustan “las del Embaucador, de la calle San Agustín”, y recuerda con mucho cariño “las del Sella, cuando lo llevaban Merche y Agustín”.

Es uno de los aperitivos favoritos de La Rioja. Las toman en El Espolón, como las que preparan en El Ibiza. Y también por las estrechas calles del centro, donde destacan, por ejemplo, las del Iturza, que ha reabierto y lo ha hecho con una interesante propuesta de cocina hecha al momento. Hay que esperar un poco, pero las patatas bravas merecen la pena. Crujiente, y la salsa realmente está muy bien preparada, con ese punto de picante adecuado que provocar mojar el pan en la cazuelilla con mucho gusto. El Iturza ha vuelto a la ciudad y poco a poco se está ganando la confianza de viejos y nuevos clientes, que se salen del centro para encontrar un ambiente distendido, entre amigos, y en donde dos jóvenes propietarios están trabajando bien con propuestas razonables en lo económico y sabrosas en lo gustativo como las patatas bravas que preparan siempre al momento.

Las bravas del Iturza en la calle Marqués San Nicolás.

A Arnedillo

Y nos ha llegado otra recomendación interesante. La firma Diego, que asegura que “estas patatas bravas son de otro mundo”. La geolocaliza en Arnedillo. Y las sirven en el bar Campus. Diego es de Logroño pero asegura que “hay veces que voy más por las patatas de este bar que por darme un baño en las pozas de esta localidad”. Hay que apuntar por tanto el bar Campus. Y explica qué las hace tan especiales: “Hacen un alioli de cebolla que está increíble”. Así que vamos a la versión catalana de la patata brava. “Y la puedes combinar con el picante o no”, por tanto el asunto siempre del picante aquí también va al gusto del cliente. Reitera Diego que “estas patatas son de otro mundo”. Y están en Arnedillo.

Y la última recomendación del día, la de Rafa: “Añadir las patatas bravas del bar Boost, que está en la calle Luisa Marín Lacalle, 13, de Logroño”. Otra buena idea, seguro, para disfrutar de unas buenas patatas bravas.

Capítulo 1. Patatas bravas: ‘La historia de una rivalidad que perdura’.

Capítulo 2. Patatas bravas: ‘El juego de las texturas’.

 

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