El Rioja

Cita a ciegas con los ‘Martes of Wine’ de Rioja

Cita a ciegas con los ‘Martes of Wine’ de Rioja

De izquierda a derecha, Iván Sánchez, Vicky Fernández, Miguel Merino, Álvaro Loza, José Gil, Miguel Eguíluz, Ricardo Fernández y Carlos Sánchez. | Fotos: Leire Díez

Unas cenas con amigos del pueblo, de esas en las que la cuadrilla se junta a una hora fija y el reloj deja de contar. De esas en las que el vino corre de copa en copa, pero siempre sin descubrir su etiqueta. Parecía que todo se quedaría en eso, pero el vino les condujo a un proyecto mucho más profundo y con mayor compromiso personal y para con el grupo. Un proyecto que, sin esperarlo ni pretenderlo, se ha convertido en la palanca de impulso para cada uno de sus planes de negocio.

En 2014 apenas estaban José Gil, Miguel Eguíluz y otro par de amigos más en esas cenas maridadas con catas a ciegas que a veces se alargaban más de la cuenta. Con el tiempo unos cuantos más fueron uniéndose y otros tanto abandonando la mesa, pero José y Miguel siempre permanecían. Cada martes, lloviera o fuera agosto, hubiera que podar, espergurar o tratar al día siguiente, allí estaban, alrededor de la mesa en uno de tantos merenderos que han servido de cobijo en los pueblos de Rioja Alta.

Poco a poco, sin pandemia que frenara esos encuentros entre vino (tocó entonces hacer las reuniones desde las pantallas), fueron uniéndose al grupo Vicky Fernández, Miguel Merino, Ricardo Fernández, Carlos Sánchez, Álvaro Loza e Iván Sánchez. Cinco pueblos, siete casas y un mismo enfoque vitivinícola. Todos ellos han pasado por las páginas de Diario de Vendimia con sus pequeños proyectos vitivinícolas, pero más allá de las viñas lo que les une es el aprendizaje en torno a una copa, un afán que les ha mantenido al pie del cañón. Vinifican desde San Vicente de la Sonsierra, Briones, Ábalos o Labastida uvas que emanan a uno y otro lado del río Ebro, a excepción de Iván que, como sumiller en Venta Moncalvillo, se encarga de ser el paladar certificado del grupo.

Después de tantas idas y venidas, son ellos quienes se han esforzado por fortalecer la unión y lograr que los martes estuvieran marcados en la página de cada mes, de cada año. Por el camino se han quedado muchos nombres en la boca de las copas, entre ellos algunos de “prestigiosos bodegueros, sumilleres, responsables de campo de otras bodegas, amigos de toda la vida, expertos,…”. Todas estas personas han disfrutado de los encuentros, sin punto fijo pero con esencia invariable, de los ‘Martes of Wine’. Así se hace llamar este grupo compuesto por ocho amantes del vino y del viñedo, amantes de sus pueblos y su historia, amantes del buen hacer y el buen compartir. Amantes, sobre todo, del hermanamiento entre productores. Un nombre que ideó Vicky en una de tantas catas por ‘streaming’.

“Aquí hemos catado vinos de todo tipo, desde botellas de más de 80 euros hasta alguno que hemos traído de algún puesto. Y siempre hay sorpresas. Una vez organizamos una cata de grandes blancos de Rioja y hubo alguno de los más ‘top’ que se cayeron. Luego destapamos y vimos la etiqueta…”, recuerda Ricardo. Y aquí los perfiles de los participantes también son variopintos. “A José se le da de maravilla adivinar las añadas y Álvaro e Iván son capaces de sacar un vino entero. Se trata de desentrañar el vino al detalle sin dejarse llevar por su marca, y no hay competición que valga porque no importa quién acierta o no”, coinciden.

“El mundo del vino te acaba atrapando y quien está en él bien lo sabe. Salvando un poco las distancias, es como el hermanamiento que hacían antes nuestros abuelos cuando se dejaban los aperos entre unos y otros o se hacían favores. Igual antes más enfocado al campo y aquí lo tenemos más enfocado al vino, pero en ambos casos mirando por el bien común”, describe Eguíluz. Que se lo digan a Merino, cuando en la pasada vendimia se le estropeó la bomba de pasta descubando un depósito y “fue mandar un mensaje al grupo de WhatsApp y en pocos minutos había ya tres bombas disponibles”.

¿Podría decirse que es un nuevo Rioja’n’Roll? No lo creen. ” Son grupos que no tienen nada que ver en cuanto a sus orígenes, aunque sí coincidamos en los valores de pequeños productores que trabajan por la calidad y la diferenciación de los vinos. En su caso surgieron más por un fin comercial y ahora tampoco todos forman parte del grupo. Fue algo más efervescente, pero esto nació como algo más orgánico que con el tiempo se ha reforzado hasta convertirse en algo mucho más serio que lo que era en sus orígenes”.

Tampoco consideran que estén construyendo una nueva Rioja, como se les ha etiquetado en diversas ocasiones. Para ellos sería suficiente con que surgieran más grupos como los ‘Martes of Wine’, que cabe recordar que tiene las puertas abiertas a cualquiera siempre y cuando sea para aportar: “Eso ayudaría a que Rioja despegara mucho más, con más fuerza, hacia más direcciones”. “Yo en Haro estaba rodeado de gigantes y era difícil ver una salida desde mi posición, pero este grupo me ha servido para aprender de otra forma, ver que hay posibilidad de crecimiento desde otra perspectiva”, añade Álvaro.

Unos encuentros semanales que se han reforzado con la llegada de Iván, último integrante del grupo y que ha llegado con mucha “frescura” y ambición de ampliar miras. “Algo que falta en el mundo del vino, a nivel nacional también, es la falta de unión entre productores y hostelería. Iván ha sido un gran escaparate para nuestros proyectos individuales y para el proyecto común porque ha puesto nuestros vinos en muchas mesas del restaurante y, a su vez, nos ha traído muchos vinos de otras regiones para seguir aprendiendo”, reflexiona José.

El próximo 3 de junio todos ellos se van a dar cita en San Vicente de la Sonsierra con unas decenas de asistentes que acuden a ciegas. Rompen la tradición porque ese día es sábado, pero es que el encuentro va a ser mucho más que uno de tantos entre los ‘Martes of Wine’. “Queremos que nos pongan cara y se la pongan a nuestros proyectos. Que prueben nuestros vinos. Al fin y al cabo, que sirva como un encuentro para intercambiar posturas y aprender unos de otros. Las expectativas son altas porque la sorpresa fue mayúscula cuando en cinco días agotamos todas las entradas sin haber dado ninguna información de lo que va a ser el evento”.

Pero hasta entonces es hora de catar, que es martes. Esta vez desde Ábalos, Eguíluz descubre una botella borgoñona cubierta de papel albal y comienza el juego. Antes de servir las copas, las primeras hipótesis y apreciaciones comienzan a aflorar simplemente al observar el tipo de vidrio que reposa sobre la mesa del merendero. Y llega el turno de la nariz: “Aquí hay poca nitidez en los aromas, ¿no? Están como confusos”. Y en boca, la madera se abre paso entre “un vino cálido y con poca acidez a simple vista”. Impresiones, notas personales, críticas, … “Aquí hay que mojarse y también lo hacemos con los vinos de este grupo, aunque ha habido veces que al destapar la botella y ver que se trata de un vino de alguien amigo se endulzan los comentarios”, ríen.

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