La UD Logroñés ha confirmado su descenso a Segunda RFEF, poniendo así el epílogo a una temporada desastrosa. Los blanquirrojos estaban obligados a vencer al Nàstic para aplazar el cruel desenlace, pero han caído por 0-1. Un gol de Guillermo, justo antes del descanso, ha dado la victoria a los tarraconenses. Tristeza, lágrimas y un desierto de cemento en las gradas. Hastío y hartazgo en la peor entrada de la temporada. Tocará acostumbrarse al cuarto nivel del fútbol español. Son dos descensos en solo tres temporadas; del sueño de la Segunda, al pozo más profundo de su historia.
El curso futbolístico arrancó de forma irregular y fue empeorando con el paso de las jornadas. En principio, el objetivo era jugar el playoff de ascenso. Aunque Las Gaunas no vivió un triunfo hasta la sexta jornada, los triunfos a domicilio frente al Real Unión y el Baleares mantuvieron cierta dosis de ilusión. La tercera victoria a domicilio, sobre el Alcoyano, llegó el 23 de octubre. Desde ahí, pasaron quince jornadas de liga y más de cuatro meses hasta que los blanquirrojos consiguieron nuevamente los tres puntos. Esa racha se ha demostrado definitiva en el devenir de la campaña.
Con sucesivos cambios en el banquillo, la directiva intentó variar el rumbo de la temporada. Albert Aguilá inició el curso futbolístico, pero fue destituido en la jornada 12. A esas alturas, el equipo iba décimo en liga, una posición decepcionante respecto a los objetivos iniciales. Por ello, fue relevado por Natxo González. Por currículum, el técnico alavés parecía el mejor técnico de la historia del club. Sin embargo, sus resultados ligueros hablaron por sí solos: cero victorias, siete empates y cinco derrotas. En el momento de su relevo, la UD Logroñés ya estaba seis puntos por debajo de la permanencia.
Foto: UD Logroñés
Los refuerzos invernales tampoco pudieron arreglar nada. Por ejemplo, Jorge Martínez-Losa se rompió nada más aparecer en el verde. Otros futbolistas, como Vergés, Carlos Ramos o Enmanuel, tampoco han marcado grandes diferencias. Algarra llegó para atar el centro del campo, mientras que Rufo intentó solventar la falta de gol. Sin firmar grandes números, el punta ha sido de los únicos ovacionados en esta temporada. Dentro de una película tan triste, la grada ha premiado su sacrificio. A nivel general, ninguno de los fichajes aportó la nota diferencial necesaria. Es muy difícil reflotar un barco que se hunde.
Con el equipo hundido en una terrible racha, solo quedaba la última baza: la vuelta de Sergio Rodríguez al banquillo. Su redebut concluyó con victoria frente a Osasuna Promesas, pero todo fue un espejismo. A partir de ahí, el equipo solo pudo lograr una alegría más, la cosechada frente al Real Unión. En ese periplo, Sergio Rodríguez afrontó la reanudación del esperpento de Sabadell, concluida con otra derrota. Hundida psicológicamente, la plantilla no conseguía resultados. Al final, todo ha desembocado en un descenso que venía fraguándose desde hace semanas.
El divorcio entre la grada y los jugadores también ha sido una constante, especialmente a lo largo de la segunda vuelta. Si la pelota no entra, la parroquia siempre muestra su disconformidad. Esas aguas turbias llegaron a su clímax en Urritxe, cuando Zourdine intentó agredir a un aficionado blanquirrojo. Como respuesta, la entidad reaccionó apartando al delantero de la dinámica del primer equipo. Otros delanteros, como Clau Mendes o Vinicius Tanque, también han sido cuestionados por la afición. Llegados para ser puntales, entre los dos suman solo han sumado seis goles. Un balance muy deficiente.
Sea como sea, el equipo debe recomponerse y caminar en Segunda RFEF. Lo bueno es que la Ciudad Deportiva ya está inaugurada y los futbolistas pueden entrenar ahí. A falta del permiso para que la instalación acoja encuentros, el club ya tiene un camino por donde volver a crecer. Toca aprender de los errores y volver con más fuerza en un futuro.
