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Funambulistas sin equilibrio para la final de Sabadell

Tras un total de 24 partidos de liga la UD Logroñés sigue sin encontrarse. Continúa, por tanto, perdida. Los equipos que evolucionan son los que habitualmente suelen tener éxito al término de una temporada. Son aquellos que están capacitados para incluso cambiar de registro dependiendo de las exigencias de cada encuentro.

Lo normal es crecer a lo largo de una temporada, aunque nadie está libre de atravesar alguna que otra racha negativa de resultados. Cambia la inercia pero para nada la dinámica de un equipo. Los típicos tres encuentros sin ganar. La habitual sequía goleadora. Errores a balón parado. Que se baja un poco el ritmo o que los rivales directamente lo suben. Pero los mejores se rearman, creen en sus posibilidades y sacan adelante los partidos y las temporadas.

La UD Logroñés, 24 partidos más tarde, sigue sin saber quién es. No tiene la menor idea a lo que juega. De tanto que le han partido la cara en estas 24 citas previas antes de la final por la supervivencia de este domingo a las 19:00 horas en la Nova Creu Alta, la UD Logroñés se ha alejado de la competición porque parece acostumbrada a poner la otra mejilla.

Está agotada de tanto sufrir. Porque le duele llevar quince partidos sin ganar. Le abruma no haber celebrado un gol en seis jornadas. Le sonroja ser el peor equipo de los 40 que compiten en Primera Federación. Le destroza saber que si no gana al Sabadell igualará al Tudelano de la temporada pasada para ser el peor equipo de la historia de esta nueva categoría. Le agobia verse a seis puntos de la permanencia. Le tiemblan las piernas al reconocer que una derrota este domingo situaría al equipo con pie y medio en Segunda Federación.

Y en estas circunstancias es difícil ganar a nadie. Porque resulta del todo comprensible entender que la confianza de esta plantilla es sus propias capacidades está bajo mínimos. No le ganan a nadie, no marcan ni un gol, la crisis es tan perfecta que no hay manera de ponerle fin. Se insiste en que un equipo de buenos jugadores no se le ha podido olvidar jugar a fútbol y que por tanto esto va de ganar un partido de fútbol para a partir de ahí tirar hacia arriba. Podría ser. Pero lo cierto es que este triunfo no llega porque el equipo no hace méritos para conseguirlo y cuando ataca con algo de criterio defiende de forma horrible y cuando defiende correctamente se olvida de la portería contraria.

Es decir, 24 jornadas después esta plantilla de Natxo González no logra hacer un buen partido de fútbol, donde todos defienden, todos atacan, algunos aciertan en la portería contraria y nadie falla atrás. Lo normal es cualquier temporada es una circunstancia inusual en esta UD Logroñés harta de hacer partidos imperfectos, incapaz de ganarle a alguien.

Y después de haber jugado buena parte de la temporada, Natxo González, que necesitó cinco partidos oficiales “de pretemporada”, sigue a vueltas con asuntos que deberían estar resueltos hace tiempo, en otoño. Lo del equilibrio. La mayoría, salvo los peores, están equilibrados. Cuando toca atacar, atacan; cuando tocar defender, defienden, reconociendo que nadie está libre de cometer algún error puntual.

El caso de la UD Logroñés es diferente. Cuando defiende, solo defiende, como en Castalia, cuando ataca no defiende como el pasado domingo ante el Murcia. Así que se mueve siempre en el alambre. Es un funambulista sin equilibrio. En medio de una crisis que ha puesto en duda hasta la identidad de este club, el remedio que plantea Natxo González de cara a la final del domingo es una contradicción en sí misma. Su equipo necesita equilibrio. Defender algo mejor y atacar algo mejor. Y lo uno no quita lo otro y al revés. Sin embargo, por el bajo rendimiento de esta plantilla, por culpa de unos futbolistas que no están a la altura, el ténico busca soluciones extremas para ver si por fin algo cambia para que todo cambie.

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