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Gonzalo Crettaz, uno de los niños del ‘corralito’

FOTO: UD Logroñés

El ‘corralito’ de la banca argentina constituyó para este país un salto desde el precipicio que dos décadas después se observa como la mecha que encendió el estallido de una de las peores crisis económicas, sociales y políticas que se recuerdan en el país sudamericano y cuyas consecuencias aún impactan en su compleja economía.

Afectado por una hiperinflación que asusta, la economía argentina se hunde, pero al menos algunos de aquellos bebés del Corralito -hoy jóvenes de 20, 21, 22… años-, junto a Messi y al Dibu, le han dado la mayor alegría deportiva a un país necesitado de sonrisas. Un corralito que provocó un movimiento migratorio desde Argentina hacia Europa, sobre todo hacia España, con el que las familias intentaron solventar una situación económica realmente compleja y que perdura en el tiempo dos décadas después.

La familia Crettaz Ortega tomó la decisión de hacer las maletas para hallar mejor suerte lejos de su país natal. No tuvo que ser una decisión sencilla para Carlos y Vanina, un joven matrimonio con tres hijos. Cruzaron el Atlántico. Dejaron atrás Mar del Plata y una amplia familia para recalar en el levante español, en la zona de Valencia. Aquel largo viaje lo completó aunque no lo recuerda Gonzalo Crettaz, que con dos años cambió de país para ganar más oportunidades.

“La crisis en Argentina era muy grave, y mis padres decidieron venirse para aquí”, comenta Gonzalo Crettaz, portero de la UD Logroñés, que no conserva acento porteño alguno, y que aún arrastra una afonía considerable tras el partido en Castalia. Fue el mejor de largo en su equipo, y su carraspera demuestra que tuvo que hacer muchas correcciones durante los noventa minutos.

*Al final de este artículo puede escuchar una entrevista a Gonzalo Crettaz en Gol en Las Gaunas.

La lógica es que Gonzalo Crettaz no fuera futbolista. Pero a veces la genética no manda. La pasión por el fútbol es tan grande en Argentina que derriba las más notables tradiciones familiares. Porque Carlos, padre de Gonzalo Crettaz, era profesor de tenis, y nada más llegar a Valencia, apuntó a su hijo a dar clases. “Mi padre daba también clases y era normal que jugara a tenis”.

Gonzalo Crettaz fue el mejor en Castalia. / FOTO: CD Castellón

Hasta que recibió la llamada. Lo suyo con el fútbol era vocacional. “Con siete años le pedí a mi padre que me apuntara al equipo del pueblo, y así comencé a jugar a fútbol”, comenta Crettaz, que directamente se situó bajo palos. Lo suyo era el fútbol, era ser portero de fútbol. Y acertó.

Siendo aún un niño, en categoría Benjamín, el Valencia lo captó para un prueba de un mes de duración. La pasó con nota. “Me ficharon” y pasó a formar parte de una de las mejores camadas del conjunto che, con futbolistas de la talla de Abel Ruiz o Ferrán Torres. “Éramos felices. Nos lo pasábamos genial, y encima ganábamos. Recuerdo con el Alevín A del Valencia ganamos 16 de los 18 torneos que jugamos esa temporada, con 300 goles a favor y solo siete en contra”, se intuye una sonrisa en la cara de Crettaz cuando recuerda su etapa en el Valencia, donde permaneció hasta edad Infantil.

Un problema congénito

Ya en el Levante, Gonzalo Crettaz comenzó a darse cuenta que alcanzar los sueños requieren de muchos esfuerzos y también de superar pruebas físicas inesperadas que a veces se convierten en obstáculos insalvables. No para un argentino convencido de que iba a ser portero profesional. “Tenía quince años. Y en un lance del juego me di un golpe en el costado. En las pruebas que me hicieron me detectaron un problema congénito serio en el riñón, que requería de cirugía para solventarlo”, explica. Fue un terremoto en la vida de Crettaz que tuvo una réplica. “Nada más recuperarme de la operación sufrí una lesión de rodilla”, recuerda. En juveniles, en estructuras de la máxima competencia, su progresión podía quedar cortada en seco.

Pero los argentinos resuelven los problemas a pesar de que estos permanezcan en el tiempo. Así son los hijos del Corralito. Crettaz superó esta mala racha de lesiones, “y acabé la temporada muy bien”. Tanto que le valió para dar un paso importante en su carrera. “El Málaga me fichó. Y quería vivir mi primera experiencia fuera de casa”. Tenía entonces 16 años; ahora, 23, y su madurez se percibe desde la distancia.

“Maduré muchísimo en Málaga”. El salto al Juvenil A del conjunto costasoleño fue prácticamente inmediato. Y comenzó a entrenarse con el primer equipo, tanto con Michel como con José González. Sus buenos partidos en el filial malacitano le permitieron cumplir un sueño: “Debutar en Segunda con el Málaga. Es por lo que empecé a jugar a fútbol a los siete años”.

Gonzalo Crettaz besa la bandera Argentina que luce en sus guantes. / UDL

Sin embargo, los hijos del Corralito saben que deben adaptarse a los cambios, a las situaciones críticas para seguir prosperando. José Alberto decidió cederlo en un Málaga que comenzaba a mostrar un agotamiento económico que se está viendo reflejado en lo deportivo. “Salí a Badajoz la temporada pasada”, explica. “Y me vino muy bien. Hicimos una buena temporada en lo deportivo, fue la primera vez que vivía solo y aprendí muchísimas cosas”. Se refiere a la crisis económica que padece el conjunto pacense que tuvo a la plantilla muchos meses sin cobrar. “Fue un año donde vi la otra cara de este deporte y de todo saco enseñanzas positivas”, destaca.

No se arruga Crettaz, que nació con la mayor crisis económica y social de su Argentina natal. “Acepté la oferta del Logroñés porque sabía que iba a tener una competencia importante por la titularidad, para mejorar”. Ya es titular, si cabe indiscutible tras la salida de Serantes. Y está rindiendo a gran altura. “Y hay una estabilidad económica que se agradece”, reconoce Crettaz tras los problemas vividos en Málaga y sobre todo Badajoz.

Pero nada es sencillo para un hijo del Corralito. “Nos está costando en lo deportivo. No están saliendo las cosas como esperábamos todos”, afirma un Crettaz acostumbrado a superar grandes crisis.

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