Gastronomía

Ángel Palacios, a ciegas en el Basque Culinary Center

Ángel Palacios es cocinero. Cocinero de los grandes, de los que priman el sabor y de los que tienen en cuenta, sobretodo, la manera de hacer. Perdió la vista un día de vacaciones. De un día para otro. Primero se desconectó el ojo derecho a consecuencia de un desprendimiento de retina. El izquierdo se fue deteriorando progresivamente hasta que se estabilizó en un resto visual del siete por ciento.

Había llegado a ser jefe de sala del restaurante ‘La Vieja Bodega’ en Casalarreina y profesor de Cocina, Servicios y Cafetería en la Escuela de Hostelería de Santo Domingo de la Calzada. Entonces llegó la discapacidad a su vida. Después de dos años en la oscuridad, empezó a ver la luz. Desde hace años capitanea el proyecto ‘Cocinar a ciegas’, que pretende desterrar aquella frase lapidaria que escuchó en sus inicios. “Los ciegos están condenados a comer comida de lata”.

Ha ido dando pasos poco a poco, pero el del fin de semana pasado fue uno de los más emocionantes para él. Ofrecer varios cursos de cocina para más de 120 personas invidentes ya casi es una costumbre para él, pero hacerlo en el Baque Culinary Center ha sido una experiencia única. “Cuando salí de allí me daban ganas de llorar de la emoción”, cuenta.

La asociación ‘Retinosis Gipuzkoa Begisare’ es una asociación de personas que padecen esta enfermedad ocular, que habitualmente conduce a la ceguera. En el marco de su 25 aniversario, organizó este curso especial en Basque Culinary Center para enseñar técnicas a personas con discapacidad visual para que aprendan a cocinar con seguridad.

Itsaso Nuin, presidenta de Begisare, estaba también encantada con el proyecto. “Es habitual que cuando una persona se queda ciega o su discapacidad visual avanza, empiece a dejar de cocinar por lo peligros que entraña. Esto redunda en su estado de ánimo ya que dejan de hacer algo que les gusta. Queremos ofrecerles recursos para que continúen disfrutando de la cocina”.

La iniciativa se dividió en tres sesiones. Los asistentes participaron en la elaboración de platos desde el primer momento desarrollando tres líneas generales: el reconocimiento del producto, la utilización de utensilios y la elaboración. “Lo hicieron ellos todo. Todos tuvieron que tocar, que cortar… Que yo haga algo no vale de nada, porque ya lo he superado. Les enseñé para que luego lo hagan en su casa o no lo quieran hacer; que pasen esa barrera una vez, aunque luego no quieran volver a hacerlo”, explica Ángel Palacios.

En el transcurso de los talleres se cocinó lasaña con pasta que no necesita cocción, pintxos con técnicas que permiten elaborar varios platos, elaboraciones que fusionan la cocina vasca y la riojana y varios tipos de arroces, incluido uno con placton marino, quizás un recuerdo a La Cocina que realizó hace un tiempo con el chef del mar, Ángel León, en A Poniente.

El cocinero riojano condensó así toda una década de experiencia para que ver deje de ser una condición a la hora de disfrutar en la cocina y disfruto de ofrecer un curso en “la catedral de la cocina española”.

Subir