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El Logroñés se aferra a la salvación jugando a la ruleta rusa

El Logroñés se aferra a la salvación jugando a la ruleta rusa

“Una final”. Por primera vez en la temporada (quizás por primera vez desde que asumió el banquillo blanquirrojo), Sergio Rodríguez verbalizaba esas dos palabras para referirse a un partido en el horizonte. Y como las finales no se juegan sino que se gana, el Logroñés afiló las uñas para agarrarse al tablón que, espera, le lleve a la permanencia.

El Logroñés ha salido del descenso (a la espera de que el Castellón no puntué este jueves en La Romareda) en una ceremonia de la confusión. El caos como caldo de cultivo para aferrarse a la salvación. Porque ha sido en el juego de trileros que ha planteado Sergio Rodríguez donde el cuadro blanquirrojo se ha desprendido de la mochila emocional para dejar fluir sus ocasiones.

El equipo riojano, de nuevo, volvió a acusar sus propios miedos en cuanto pisó el terreno de juego. Cuando se libera momentáneamente de la tensión es capaz de llegar al área contraria con cierta facilidad, aunque crear peligro sea asignatura pendiente. En cambio, cuando toca apretar filas y defender las acometidas rivales son sus propias inseguridades las que abren vías de agua en un buque que navega desde noviembre a la deriva. Suerte que cuando la metralla perfora el casco, ahí acude raudo Roberto Santamaría, de nuevo el mejor de los blanquirrojos, a soldar los desperfectos y mantener a flote el navío.

Porque la defensa, en su conjunto, temblaba como un flan cada vez que Garcés arrancaba a la carrera hacia el área del portero navarro. Un Fuenlabrada al ralentí que te permite haber cerrado la temporada con tres semanas de antelación no se marchó al descanso goleando porque su puntería en el remate no lo permitió. Porque ocasiones tuvo. Vaya si las tuvo. Todas las que les concedió el bloque blanquirrojo, que no sabe si sufre más a balón parado o a la carrera y que brinda una segunda oportunidad en todo aquel remate que no se marcha directo a la grada.

En ataque, Nano Mesa puso el desgaste, Dani Pacheco la chispa intermitente -falta que llegue la adecuada- y Olaetxea la llegada por sorpresa al área. En sus botas tuvo el 1-0 a la media hora, dándose la media vuelta en un golpe de cintura para rematar después mordido un remate que se fue a córner tras rebotar en Glauder. Poco más. Y todo, porque el Fuenlabrada cerró todas las opciones en las bandas, atando en corto a Paulino e Iñaki para cerrar el grifo de las genialidades locales.

Y de repente, el caos

Tras el descanso llegó la revolución táctica. Olaetxea, el más participativo en ataque, se estrenó como central junto a Álex Pérez y Sergio sentó a Bobadilla, Petcoff y Nano Mesa para dar entrada a Roni, Jaime Sierra y Leo Ruiz. Apuesta a todo o nada, casi bizarra, que descolocó tanto al Fuenlabrada que liberó a Iñaki para que, al fin, pudiera colgar balones desde la banda. En el primero de ellos, Leo Ruiz prolongó de cabeza a Roni que, forzado, remató al lateral de la red. Una primera ocasión, que no era poca cosa, antesala de un partido roto sin centro del campo.

La ruleta rusa disparó, para bien, la adrenalina de los blanquirrojos, que a golpe de riñón fue arrinconando en su área a un Fuenlabrada confuso. Y a base de llegar, llegó hasta el gol a un cuarto de hora del final. Cuando se asocian Pacheco e Iñaki pasan cosas, como que el de Calahorra la ponga en el punto de penalti para que Andy la reviente a base de elegancia para mandarla a guardar. Un gol para demostrar que la fe es lo último que se pierde y que las dos semanas que le restan a esto urgen a pedir cita en el cardiólogo.

El próximo lunes los riojanos se enfrentan al más difícil todavía: poner otro ladrillo hacia la permanencia contra el Almería, que busca afianzar el tercer puesto, sin tres piezas clave en el esquema de Sergio Rodríguez: Paulino, Andy e Iñaki. Es así, contra la lógica, cuando el Logroñés ha demostrado aflorar sus fortalezas. Un Logroñés convencido de que los 180 minutos que le quedan a la temporada no pueden ser los últimos en el idilio de la entidad riojana con el fútbol profesional.

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