Deportes

Playoff rojillo; días que escriben la historia

Hay días que se marcan para siempre en la memoria colectiva de una afición, de unos colores. En la del Calahorra hay varios de estos días grabados a fuego. Unos terminaron en fiesta, en éxtasis, en apertura de botellas de champán, risas, abrazos, goce de la afición, bailes y cánticos hasta la madrugada del día siguiente. Otros, la mayoría, concluyeron en un mar de lágrimas, en viajes eternos hasta volver a casa, en el silencio del autobús y del coche sin saber qué decir o a dónde mirar. Ejido, Badajoz, Casetas, Buñol, Sant Andreu…

Hoy, el Calahorra, su afición y todo el que se quiera sumar a lo largo del día a la aventura de intentar lo que en un principio parece imposible, vivirá un día de esos de los que hacen historia, de los que crean afición entre los más pequeños, de los que se sumarán a otros muchos momentos guardados en el cajón del calagurritanismo en mayúsculas: el último penalti de Adrien en Buñol y el baile del avión, el gol de los papelitos en Ejido, la nariz rota de Parla en Sant Andreu, el récord de goles en tercera de Rodri, los pepinazos en El Plantío de Ochoa…

La ciudad ya está preparada para vivirlo. Unos 150 ‘chalaos’ han bajado a Don Benito, algunos aprovechando el fin del estado de alarma a pasar el fin de semana, otros aún más locos sumarán más de 1.400 kilómetros a sus espaldas en un día. No serán los primeros, tampoco los últimos.

Mientras, Calahorra se engalanaba para la ocasión. Lo había pedido Crianza Rojilla y muchos no dudaron en responder a esa petición. El primero, el consistorio: permitió que las pancartas de la peña estuviesen colocadas en los principales cruces de la ciudad, colocó banderas en los ventanales del consistorio y por la noche, el rojo y el azul lo iluminaron todo.

Muchos establecimientos hicieron lo propio. Tiendas de ropa, bares, restaurantes, carnicerías, fruterías… Todo el mundo apostó por el rojo: ventanas, balcones, las camisetas de los más pequeños y de los mayores. La ciudad se fue tiñendo poco a poco con el color de la camiseta calagurritana.

Esta noche Calahorra no ha conciliado bien el sueño, demasiada ilusión para jugársela en un solo día. A las 7:00 horas salía el autobús con destino al partido de la temporada, quién sabe si de la década o de la historia del club. Ayer muchos recordaban Ejido. Buscaban las similitudes de uno y otro equipo. Otros no querían olvidar cuando comenzó toda esta historia.

Tomás Lorente cogía hace las riendas de un club que llevaba años sin conseguir ir ni hacía adelante ni hacia atrás. Pocos confiaban a priori en él, pero con el paso de los años ha demostrado una gestión valiente, sin demasiados gorgoritos económicos, seria, capaz y volcada en dar pasos de gigante en apenas seis años.

La plantilla del Calahorra, ya en Don Benito.

Porque si hoy el Calahorra consigue, como dice su capitán, “hacer algo que se vea”, no será sólo una labor de los de ahora. Lo decía ya el presidente cuando el Calahorra se clasificó para intentar la gesta: “Es el premio a muchos años de trabajo”. Y la historia debe ser justa con muchos más que los que hoy salen al campo. Otros muchos que han pasado a lo largo de los últimos años por La Planilla y han dejado su impronta. Goñi, Barace, Rodrigo, Yasín, Parla, Del Puente, Chacón, Michel, Almagro, Gonzalo… Demasiados para una sola crónica de previa de un partido.

Una vez más, será contra el Burgos contra quienes jueguen la última baza antes de estar con un pie en la categoría de plata. Otra vez cientos de kilómetros para poder ver al equipo como en aquella travesía a Almería. Otra vez equipos superiores a los que enfrentarse. Da lo mismo. La afición rojilla no pierde la esperanza porque cree y se encargan de crear, porque nada es imposible si lo sueñas, porque da igual los kilómetros, que el GPS te haga dar la vuelta al mundo, que llueva a mares en Santander o que te quemes la piel el Buñol. Hoy se intenta y punto.

Subir