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La temporada de las pequeñas cosas

Me hago viejo. Y, hombre, peor resulta no hacerlo. Pero es una mierda. Envejecer en Segunda B obliga a la pastilla diaria, como la del colesterol. Porque en Segunda B todo se hace de tripas y de corazón. No hay espacio para el postureo. No hay selfies que valgan. Nadie presume de haber ido a Las Gaunas. Ni hastags ni asuntos de esos. Ni una sola foto merece la pena desde la grada de Las Gaunas. Están los de siempre. Ir a Las Gaunas se hace desde la intimidad, en silencio, tal y como se envejece, cada uno a su ritmo, con sus mochilitas. Mejor no pensar en lo que está por llegar. Vivir. Sobrevivir en Las Gaunas. La intimidad de tu estadio, de tu equipo, de tu Segunda B. Jornada tras jornada. Con tu gente. Con los tres mil de siempre.

Joder, esta categoría curte la piel. Te frunce el gesto. Sigues limando tus asperezas. Porque miras con esperanza. Son los sueños de cada uno. Y cuando surgen motivos para la sonrisa plena, el tiempo pasado te indica que mejor dejarla para otro día. Porque ni una nueva goleada te aproxima a la felicidad plena. Es por culpa de la voz de la experiencia. Esa vocecita de las temporadas vividas hasta el momento. Aquella voz tras aquel 0-1 en el Sardinero para la séptima jornada que permitió a la UD Logroñés de Pouso salir de Santander en primera posición. Cómo atacó Borja García aquel córner al segundo palo. ¿Qué sonrisas para nada? Es tu recuerdo.

Aun resuenan las guitarras eléctricas de aquel encuentro esplendoroso ante el Compostela, el golazo de Titi en Ferrol, la victoria en Murcia, el contragolpe cerrado por Paredes en El Plantío, los goles de Cervero, la reacción con Nacho Martín, el ‘casi’ de aquel equipo de Pepe Calvo, la llegada tardía de Coulibaly, el ‘soutazo’, Manu García… Y no sigo hacia atrás en el tiempo para no sumirnos en la nostalgia, contra la que peleamos jornada tras jornada desde la desaparición del Logroñés. No podemos acoger a la nostalgia como abonada de Las Gaunas, y aún menos cuando se viaja por esos campos de Dios de la Segunda B. Pero es que nos hacemos viejo con la UD Logroñés. Muchos recuerdos.

Llovía a jarros aquella tarde de invierno en Santiago, que es de lo mejor que nos ha dejado el fútbol en blanco y rojo en estos años. Por fin una ciudad nos recibía presumiendo de estereotipos. Siempre habría que visitar Santiago ebrios de humedad. Aquel San Lázaro que conocimos con mil personas en las gradas ahora se llama Vero Boquete. Hasta los gallegos encuentran razones contra la morriña. Ejemplo de vida: pasa página. Otro recuerdo.

Un 4-0 este sábado en el que se agolpan los recuerdos. 17 puntos. Coliderato. Gol 500. Olaetxea. Ñoño. Errasti. Iñaki. Sergio Rodríguez… Y los tres mil de siempre que suman pequeños recuerdos. Para ti. Ya es tuya esta nueva goleada. Pero nos hacemos viejos. Por eso, cierras en Las Gaunas con una sincera ovación, sales del estadio, una cervecita con la cuadrilla y a madrugar el lunes. Por suerte es sábado y el lujo de contar con tus colegas el partido dura un poco más. De los tres mil que envejecen con su club nadie va más allá del próximo domingo. Espera Urritxe. El Amorebieta. A fruncir el ceño para intentar el 0-1.

La hipérbole no se estila en Segunda B. El infrafútbol es mano se de santo contra la exageración. El tiempo transcurrido en estas diez temporadas nos ha enseñado a emocionarnos lo justo. A ir, ver, animar, llorar, festejar… y a otro asunto hasta el domingo siguiente. Porque espera Urritxe. 4-0 al Tudelano. 0-1 en Tajonar. 4-0 al Arenas… y da para mirar a tu compañero de grada, guiñarle un ojo, y desear que pasen rápido estos próximos 30 partidos para llegar cuanto antes a la primavera de una nueva y necesaria explosión de logroñesismo balompédico. Que algo queda. Mientras tanto, seguirás con los de siempre, sufriendo la Segunda B hasta en las goleadas de un equipo rotundo porque lo normal es no fiarse. Esperan Urritxe y tus recuerdos.

Es el momento de las pequeñas cosas. De ir al campo, de ver qué pasa. De seguir acumulando, por fortuna, buenos recuerdos, a la expectativa de lo que pase en Urritxe, y luego en casa, y luego en Lezama… y a saber a dónde nos llevará la Copa del Rey. Es la intimidad de una goleada en Las Gaunas. Que hará ruido fuera, entre los que, de momento, se mantienen a una distancia que entienden prudencial. Alejados del placer de acumular recuerdos propios: buenos y malos. Pequeñas cosas importantes que solo comprenden los que van a Las Gaunas y envejecen con su equipo.

Jarreaba en San Lázaro, y ya ni existe. Recuerdos. Tus recuerdos.

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