La Rioja

El verano en que la tradición se rompió en La Rioja… y no pasó nada

La proximidad de las fiestas de Santa Ana y las dudas sobre si las mujeres de Cervera del Río Alhama podrán o no participar de ‘la Gaita’ han vuelto a poner sobre la mesa el debate que enfrenta a la tradición y su adecuación a los nuevos tiempos.

Es incuestionable que el movimiento feminista ha avanzado a grandes saltos en el último lustro en La Rioja. En momentos como las manifestaciones del 8 de marzo o las concentraciones contra la sentencia de ‘La Manada’ han supuesto una exhibición de músculo del activismo igualitario como no se conocía en la región.

En cambio, una cosa es la conquista de derechos en el ámbito urbano y otra muy distinta es hacerlo en el ámbito rural. Y esa dificultad por ganarle terreno a las desigualdades de género se acentúa más si cabe en el campo de las celebraciones populares. En los últimos años se han instaurado precedentes impensables para muchos vecinos y, sin embargo, la esencia de la tradición no se ha visto en absoluto desvirtuada.

Aquel verano de 2016

Lo curioso de este pequeño repaso por los grandes hitos de la igualdad de género en las tradiciones riojanas no es sino que todos los capítulos se desarrollaron con tan solo un mes de diferencia entre ellos. El primer paso fue, precisamente, el que se dio en Cervera el 27 de julio de 2016.

Los músicos contratados por la cofradía de Santa Ana dejaron de tocar -por orden de sus responsables- al percatarse de la presencia de mujeres participando de ‘la Gaita’, danza que acompaña a la santa por las calles de la localidad. A pesar de verse desplazadas, en la procesión de San Gil (a principios de septiembre) volvieron a reivindicar la igualdad bailando la Gaita sin música.

Solo tres semanas después, el 12 de agosto  Carmen Martín pasó a la historia de Villavelayo como la primera ‘cachibirria’ del municipio. A sus 22 años, portó con orgullo el bastón de mando de la localidad serrana durante las fiestas en honor a Santa Áurea, en la primera ocasión en la que era una mujer quien ostentaba ese honor. Desde entonces, de los criterios de selección de la asociación cultural encargada de elegir ‘cachibirrio’ ha desaparecido para siempre la cuestión de sexo.

Aquel verano ‘mágico’ para la igualdad de género tuvo su colofón el 27 de agosto, cuando un grupo de mujeres portó sobre sus hombros por primera vez las andas de la Virgen del Villar en un tramo de la procesión desde la iglesia de San Martín de Pradillo hasta su ermita.

En el verano del pasado año, tras estos episodios, las fiestas volvieron a celebrarse en Cervera, Pradillo y Villavelayo y no pasó nada. Tal vez, porque las verdaderas protagonistas en estos municipios siguieron siendo Santa Ana, la Virgen del Villar y Santa Áurea. Tres mujeres. Tres santas. Tres patronas. Un detalle que no debiera pasar desapercibido. Disfruten las fiestas.

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