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Puñales asturianos

No hay mal que cien años dure ni tormenta que no termine escampando. Cuatro partidos después, la UD Logroñés ha vuelto a sumar tres puntos de una tacada en su casillero de segundo clasificado del Grupo I de Segunda B. Ha sido en Tafalla y de manera contundente. El colista ha sido el damnificado de una plantilla con los colmillos afilados para pegar una patada a todas las dudas que atenazaban al equipo blanquirrojo en las últimas semanas. Porque la vida es fácil cuando conectan jugadores como Iker Alegre y Titi, autores y asistentes de los tres goles. Ambos asturianos, ambos de Gijón, ambos con un talento excepcional para la práctica del fútbol. Hasta el tanto de Titi, Alegre había metido los últimos cinco del conjunto logroñés.

La Peña Sport ha recibido a la UD Logroñés como esa señora amable de pelo canoso que tiene una mesa preparada para tomar el té con galletas y que siempre sonríe. «Pasa, pasa». Todo amabilidad. Puede que las diferencias en la categoría de bronce sean las menores de todo el fútbol español, pero el conjunto navarro sí se hacía una presa fácil para los intereses de Carlos Pouso y su séquito. Un triunfo que, una vez conseguido, se considera casi como un trámite, aunque no ha sido hasta la segunda mitad cuando la escuadra riojana ha encarrilado el partido.

Iker Alegre, Iker Alegre y Titi. Y punto. En un cuarto de hora, solucionado un mes de penurias. Vuelta a esa normalidad en la que se ha acostumbrado a vivir el aficionado blanquirrojo con su equipo siempre en los puestos de playoff sin mirar atrás. Vuelta al idilio entre grada (mención especial para los alrededor de trescientos aficionados desplazados hasta el campo de San Francisco) y equipo. Pequeña fiesta en la vecina Navarra. Alegría. El fútbol tiene la memoria muy corta (que se lo pregunten a Zidane este fin de semana) y cualquier desapego se ha olvidado de un plumazo con el rodillo demostrado este domingo.

En el debe de la mochila logroñesa, dos sustos. Un remate de Iván al palo nada más adelantarse la UD Logroñes y el gol de Rubio para acortar distancias cuando el partido estaba sentenciado. Sumar y seguir. Ganar, ganar y volver a ganar, como le gusta repetir a Carlos Pouso. Esta semana no habrá fantasmas rondando por Las Gaunas ni el Mundial 82. Han desaparecido con tres goles de los puñales asturianos que el técnico vasco tienen en las bandas. Beban sidra, pues. O vino. O txakolí. Toca celebrar.

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