Tinta y tinto

Tinta y tinto: ‘Quiero ir al cine’

De la pandemia salimos mejores, pero sin cines en el centro de Logroño. Y si no salimos mejores, al menos salimos más. Y si no salimos más, al menos salimos por las tardes en vez de por las noches. Que cada uno coja lo que mejor le convenga, aunque la única certeza de las tres frases anteriores sea que nos quedamos sin grandes pantallas en el corazón de la capital riojana. Los Cines Moderno echaron la persiana para nunca más volver y ahí sigue en su entrada la última cartelera.

No hemos podido ver en ellos durante estos años ni Oppenheimer ni Napoleón ni As Bestas ni Argentina 1985… Mientras la terraza del Café Moderno continúa bulliciosa con una clientela cada vez más joven y los envites de las partidas de mus generan faroles imposibles, el silencio reina en el interior de ese imponente edificio de la Plaza Martínez Zaporta que durante más de un siglo llenó de cultura el centro de Logroño. Sus butacas siguen a la espera de un impulso que las vuelvan a llenar de gente, palomitas y refrescos con los últimos estrenos en la pantalla para vencer la batalla al sofá y Netflix.

Ahora que el debate logroñés se ha centrado en qué hacer con su Casco Antiguo ante los problemas de convivencia que generan el ocio nocturno, las despedidas y el turismo masivo, estaría bien pensar qué hacer con lo que ya se tiene para dotar al centro de vida diaria más allá del beber y el comer. El asunto no es nuevo ni es culpa de la actual corporación municipal, pero sí tiene en sus manos la patata más caliente de la historia en este aspecto porque el chicle ya no puede estirarse más. O se hace algo o el parque de atracciones está más que asegurado, con la pérdida de identidad y vecinos que eso conllevará.

El alcalde Conrado Escobar ha anunciado estos días que no habrá nuevas licencias para terrazas ni para discotecas en el Casco Antiguo en 2024, como si en los últimos años se hubiera otorgado alguna. Es decir, que la decisión no supondrá cambio alguno aunque haya servido para llenar de titulares nuestros medios de comunicación. El problema de fondo continúa y los Cines Moderno son uno de tantos ejemplos que corroboran que la vida diaria del corazón logroñés va muriéndose lentamente. Sólo las grandes pantallas de 7 Infantes (Parque San Adrián) y Yelmo (Centro Comercial Berceo) ofrecen esa oferta en la ciudad que antes también teníamos junto a la calle Portales.

Lo intenta la plataforma ‘El otro lado de los Moderno’ con sus reivindicaciones y alguna proyección como la de Cinema Paradiso en El ambigú del Moderno, que también regenta la familia Moracia como el cercano café, pero no es suficiente y el asunto depende de una propiedad privada a la que poco le importa el pulso de la ciudad. De hecho, ha habido algún acercamiento empresarial reciente para intentar su reapertura y los términos económicos distan mucho de que veamos pronto una solución. Mientras tanto, ahí continuarán cogiendo polvo los carteles de las últimas películas.

Igual que polvo y suciedad continúa cogiendo el solar de Bosonit en la calle Mayor. El pasado mes de enero aparecieron algunas chabolas que ya han desaparecido, pero nada se sabe ni de la licencia de obras para comenzar las obras de un edificio que iba a contar con una inversión cercana a los diez millones de euros. En julio de 2021, el compañero Daniel Ortiz comenzaba así el artículo en el que recogía la presentación del proyecto: “Si los plazos administrativos avanzan a buen ritmo (ponga aquí las cautelas burocráticas que considere), el Camino de Santiago contará en 2025 con un nuevo tramo a su paso por Logroño. Los peregrinos que crucen el Puente de Piedra y encaren la calle Marqués de San Nicolás, podrán hacer un alto en la ruta para disfrutar de nuevas vistas”.

De hecho, recientemente se han producido movimientos empresariales en el seno de la empresa tecnológica (el Grupo Nfq se ha separado). No sé a qué espera Escobar para anunciar en rueda de prensa que da luz verde al comienzo de las obras (la retirada de la denuncia de varios colectivos también ayuda) antes de que sea demasiado tarde, ya que desde hace semanas se rumorea en el pequeño Logroño del poder que la “gran construcción” está descartada por todo el mundo, incluido por el Ayuntamiento de Logroño, quien habría planteado alternativas en otros lugares que poco o nada interesan a Bosonit. Salvo sorpresa, ya podemos ir despidiéndonos de un proyecto que prometía ‘meter’ a seiscientos nuevos trabajadores cada día en ese abandonado Casco Antiguo.

Sin vida cinematográfica (no diremos cultural por aquello de que tenemos teatro un par de veces a la semana y la Sala Gonzalo de Berceo está a un paso) ni apenas vida laboral, otro de los lugares de los que adolecen sus calles es el de un gran centro deportivo. El corazón de Logroño va perdiendo su atractivo diario mientras los fines de semana se convierte en el epicentro de la fiesta. ¿Es de verdad eso lo que queremos? Si es así, que así sea. En poco más de cuatro o cinco años lo vamos a tener niquelado.

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