Los primeros aceites sacados de la cosecha 2023 ya se han probado en algunas almazaras riojanas mientras se ultiman los cálculos de la producción total obtenida de esta ultima campaña, tanto en kilos de oliva como en litros de aceite. Desde la Denominación de Origen Protegida Aceite de La Rioja apuntan a que este año se molturarán en torno a unos 2.700.000 kilos de aceituna para obtener unos 500.000 litros de aove.
Unas cifras que muestran una tendencia al alza desde la cosecha de 2021, aunque el pico importante se registró en la de 2018, cuando se recogieron más de 4,3 millones de kilos de olivas que dejaron hasta 823.318 litros de aceite. Y dado que el olivar es un árbol vecero, cumpliendo la regla la campaña de 2019 vino notablemente mermada con casi el 50 por ciento menos de oliva y, por tanto, la mitad de oro líquido extraído.
La de este año fue una cosecha marcada por una meteorología nefasta para el oliva. La presidenta del Consejo Regulador de la DOP, Clara Espinosa, ya apuntó a la “sequía severa” que tuvo que afrontar el olivar, con una primavera muy seca. “Llegó el agua en junio, pero fue en el momento menos oportuno, cuando se produce el cuajado de la aceituna”.
Lluvias, además, que “llegaron en forma de tormentas, tiraron al suelo una parte importante de la flor y el cuajado no fue todo lo bien que debiera haber ido”. Aunque por el lado bueno, esa humedad permitió al árbol soportar los meses estivales de mejor manera.
Así se consiguió salvar el estado sanitario del fruto, que fue ganando peso entre septiembre y octubre antes de comenzar la recolección. Eso sí, desde la Almazara Riojana de Aldeanueva de Ebro ya apuntaron a que aquellas entregas que llegaron primero tenían muy poco rendimiento, cosa que fue cambiando con la lluvia, lo que ayudó a la oliva a completar mejor su ciclo y ganar aceite. Técnicos de la DOP también notificaron ataques de mosca tardíos, a finales de octubre, aunque estos apenas afectaron a la calidad.
