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El ‘abuelo’ de la Tercera riojana sigue marcando goles a sus 45 años: “Hasta que el cuerpo aguante”

Foto: Txori fotografía/ CD Vianés

El delantero Joseba del Campo nació hace 45 años y sigue marcando goles con el Vianés en Tercera. Es el “abuelo” del Grupo XVI y lleva ya cuatro décadas de afición a su deporte favorito. “No sé qué hacer después, físicamente estoy bien y hasta que el cuerpo aguante, seguiré. Hemos tenido un montón de baja, pero cuando empecemos a recuperar gente, nos irá mejor. Tiene cuerda para rato: “Soy el más viejo de La Rioja, pero no sé si también de España”, comenta con buen humor. Debutó en Tercera hace más de tres décadas y en ese periodo ya ha jugado más de mil partidos y ha marcado en torno a 400 goles. Ni él lo sabe. Todo un clásico.

Foto: CD Anguiano

Canterano del Villegas desde los cinco años, fichó por el CD Logroñés y posteriormente, debutó con su filial en Segunda División B a los diecisiete años. Sin embargo, el grueso de su eterna carrera la ha llevado en Tercera. En su trayectoria ha defendido las zamarras de equipos como el Haro Deportivo, el Rápid de Murillo, el Alavés, el Baza, el San Marcial (en su momento, filial del CD Logroñés), el Izarra, el Anguiano (diez temporadas, de 2004 a 2014), la Oyonesa, el Agoncillo, el Yagüe, el Tedeón, el Comillas y ahora, el Vianés.

El goleador empezó de portero, pero se hartó de esa soledad bajo palos y ya de niño, decidió que lo suyo era marcar goles: “Era muy rápido y me echaban el balón para adelante. Con 14 años, antes de cumplir los 15, debuté en Tercera”. A una edad tan temprana, la normativa no permitía salir al campo: “Jugué con licencia falsa con chavales de 18 años. Luego ya me empezó a conocer todo el mundo, me llamó la selección riojana y me fichó el Logroñés. Estuve un año en Nacional, dos en División de Honor y debuté en Segunda B con 17 años”. Después de eso, se quedó dos años más en el Promesas del CD Logroñés, donde una lesión del cruzado le apartó un año del fútbol.

Joseba del Campo, durante su etapa en el filial del CD Logroñés

Como juvenil se enfrentó con César Caneda, otro irreductible del fútbol nacional, que colgó las botas al final de la pasada campaña: “He jugado contra él en División de Honor, él jugaba en el Athletic y yo en el Logroñés. Nos hemos enfrentado dos años y me acuerdo de él”. Joseba llegó incluso a entrenar con los futbolistas de Primera División del Club Deportivo Logroñés (1996-97) y le queda la “espinita” de no haber llegado más alto con los blanquirrojos: “Era mi primer año de juvenil, no estuve en el momento”. Desafortunadamente, su lesión del ligamento cruzado truncó toda su progresión: “Las operaciones antes tardaban más en recuperar”.

Ese chaval, que coincidió con el ‘súper Numancia’ de Raúl Ruiz y Lotina, acabó por buscarse la vida en el fútbol humilde. Murillo, Haro, Vitoria (Alavés) y Baza fueron sus primeros destinos fuera de casa. Volvió a su tierra, ascendió a Tercera con el San Marcial y poco después, firmó medio año por el Izarra. En 2004 ya tocó volver a casa: “Me vine a Logroño, quería aunque sea jugar con los amigos y me tiré diez años en el Anguiano”. Joseba rememora los años iniciales con los serranos: “Al principio era gente del pueblo y de Logroño que subía allí habitualmente; pero yo le decía al presidente, mira, conozco a este, al otro. Montamos al final un equipo muy bueno”.

Con el paso de las temporadas, el Anguiano creció y llegó a jugar varios playoff de ascenso a Tercera: “Metí un montón de goles, doscientos y pico”. En su última temporada, Joseba del Campo tuvo la oportunidad de jugar como titular en el Benito Villamarín, durante la promoción de ascenso ante el Betis Deportivo: “Me dijo el entrenador: ¿habrá que renovar o qué? Pero yo estaba ya mosqueado porque tenía menos minutos y le dije, ya no voy a seguir”. De esos años, que él recuerda con gran cariño, “lamenta no haber podido subir a Segunda B”. Hubiera sido histórico para un pueblo de 500 habitantes, desde luego.

Foto: CD Anguiano

Del Campo fichó tres años por la Oyonesa y otros tres por el Agoncillo. Después de un breve paso por el Yagüe, firmó por el Tedeón (2020/21). Esa temporada acabó con descenso, debido a la alineación indebida en el Calasancio-Agoncillo, producida en la última jornada de competición. El Tedeón se salvó deportivamente frente al Villegas (1-0), con gol del propio Joseba. Con el empate del Agoncillo a 1, los de Navarrete lograron salvarse por vías deportivas: “Estábamos allá en el pueblo celebrándolo y al día siguiente, salió lo de la alineación indebida. El entrenador me pidió renovar y yo dije, ya no me apetece”.

Es difícil dejar una pasión

Poco después de dejarlo, volvió a acercarse al balón: “Empezamos a entrenar en el Comillas donde estaba mi sobrino, por hacer deporte. Una vez empezada la temporada, me picaba el gusanillo, no sabía qué hacer y lo pasé mal. Fui al San Marcial media temporada con ellos y este año, empecé a entrenar con el Comillas con mi sobrino (ya coincidió con él en el Anguiano y la Oyonesa), pero con la intención de jugar, pero el entrenador no me hizo ficha”. Finalmente, después de que jugara un partido en Viana donde marcó un gol y otro fue anulado, llamó la atención del Vianés, a sus 45 años: “Me dijeron que fuera entrenar con ellos y me hicieron ficha”.

Empezó a jugar en el mes de diciembre y desde entonces, ya lleva cinco partidos. 45 años y ahí sigue: “A mí lo que me gusta es entrenar y jugar. El cuerpo todavía me lo puede permitir, hasta que diga basta seguiré”. Tantas cosas han cambiado desde sus inicios, que casi parece otro deporte: “Por ejemplo, la gente ya no estira después de calentar. Es otro fútbol para los jóvenes, yo también lo fui, pero ahora es diferente”. Diferencias sustanciales, pero un mismo deporte que Joseba del Campo saborea hasta que su último gramo de fuerza.

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