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La metamorfosis blanquirroja suma diecisiete partidos

“No me oiréis a mí hablar del ascenso”. En su presentación lo anunció y lo ha cumplido. Hasta el momento, ni una sola mención respecto al ascenso. Es el escudo protector que ha establecido el entrenador Diego Martínez entre la presión de tener que ascender casi por necesidad vital y una plantilla que nada tiene que ver con la que generó el actual lío durante el pasado curso. Una plantilla, la actual, que ahora ha asumido el reto de tener que devolver a la entidad al lugar perdido de forma inesperada. No es aquello del “partido a partido”, pero casi. Y de momento está funcionando, porque esta plantilla crece semana a semana, y esta metamorfosis que está afectando a todos los niveles del club suma ya diecisiete partidos, y los mejores deberían estar por llegar.

Tras un discreto inicio de temporada en liga, con una única victoria (Izarra 4-1) en las seis primeras jornadas, el equipo ha cogido velocidad de crucero sin poder paliar, eso sí, la diferencia adquirida por el Bilbao Athletic, que no falla prácticamente desde la segunda jornada liguera cuando perdió ante el Utebo en Lezama tras empatar en Las Gaunas (0-0) en la primera jornada del campeonato. Ahora, la UD Logroñés iniciará esta segunda fase de la temporada en Lezama con una oportunidad directa de recortarle distancia al Bilbao Athletic y constatar que el crecimiento del equipo es un hecho que se plasma sobre el terreno de juego.

Porque tras el empate en Las Gaunas ante el Alavés B, el pasado 1 de octubre, el equipo lo ha ganado todo en casa. Su handicap, el discreto inicio de temporada con la presencia constante de la Copa Federación y las dificultades para ganar al resto de favoritos, contra los que no ha perdido -salvo la Real C- pero tampoco ha ganado hasta que lo hiciera este pasado domingo en Las Gaunas ante el Utebo. “Hay que ver el vaso medio lleno. En Logroño somos de verlo medio vacío. No hemos ganado en casa de otros favoritos, pero tampoco hemos perdido. A eso me refiero a ver el vaso medio lleno”. Es lo que señalaba el pasado domingo Diego Martínez tras superar al Utebo.

Foto: Ramiro Arnedo / CDC

El empate ante el Alavés B provocó que el equipo tuviera que dar un paso adelante para mejorar sus prestaciones como local, y lo ha dado. La derrota ante la Real C evidenció sus problemas lejos de Las Gaunas. Le tocaba dar otro paso al frente, y ganó en Brea de Aragón y ahora quiere hacerlo en Lezama para constatar que ha mejorado a domicilio. Fallaba muchas ocasiones al principio de temporada, necesitaba una media de cinco disparos para festejar un tanto lo que imposibilitó mejores resultados ante el Barbastro, Valle de Egüés, Alavés B, Zaragoza B, Tudelano o incluso en Zubieta… y ahora el equipo mata en las primeras que tiene, como contra el Arenas, el Brea, el Gernika o el Utebo… y deberá hacerlo de nuevo el domingo a las doce en Lezama en el encuentro más importante en lo que va de temporada.

“Esta categoría requiere capacidad de adaptación. Hay que saber jugar de una forma en Las Gaunas y de otra lejos de nuestro estadio”. Lo de jugar, marcar, no encajar y ganar en su estadio… todo esto el equipo parece haberle cogido el truco; sin embargo, aunque lo advirtiera Diego Martínez en la pretemporada pasada, lo cierto es que a la plantilla le cuesta jugar a otra cosa lejos de su estadio. Ahí se ha dejado buena parte de esos diez puntos que ahora mismo le saca en liga el líder, el Bilbao Athletic.

Un total de 24 puntos han sumado en casa los cachorros en esta primera vuelta; 23 puntos, los riojanos en Las Gaunas. Son los dos mejores locales del campeonato en esta primera vuelta. El líder es el que menos encaja, solo seis goles en contra, mientras que la UD Logroñés es el que más goles hace (41) y el segundo que menos recibe con solo 9 goles en contra. Los rojiblancos son los mejores visitantes, con 20 puntos, y los blanquirrojos, con tan solo once puntos, son octavos en esta estadística. Y ahora, los de Logroño viajarán de nuevo para meterse en la pelea por la primera posición o, en caso de derrota, para que esto sea prácticamente una quimera en lo que podrían ser hasta trece puntos de distancia a falta de dieciséis jornadas.

Así está mudando la piel la UD Logroñés, que por fin trabaja y descansa con cierta tranquilidad. El tsunami del curso pasado ha dado paso a días, semanas y meses de trabajo silencioso en la Ciudad Deportiva. Sin ruido se trabaja mucho mejor. “Todo lo malo que podía pasar creo que lo vivimos la temporada pasada”, respiran con alivio en ciertos despachos de Valdegastea. La temporada va por los cauces adecuados, a la espera de ver su resolución. Se trabaja y se trabaja bien con la vista puesta en el siguiente domingo. Nadie habla de la primavera.

El equipo ha completado una buena primera vuelta de notable alto, y ahora afronta la vuelta en Segunda Federación dando la sensación de que semana tras semana el equipo crece y mejora tras el toque de advertencia que recibió en Zubieta, donde no acertó de cara a puerta y adoleció además de cierto empuje para sobreponerse a un partido en el que todo lo que podía salir mal, como la temporada pasada, acabó saliendo mal.

El optimismo se ha instalado en el seno de la plantilla, y echando la vista atrás, no parece que trabajar en positivo sea mala cosa, porque no hay nada peor que hacerlo bajo la losa de un mal equipo como el del curso pasado. Son solo diecisiete semanas, pero el cambio es evidente. Y un peldaño por debajo del mínimo exigible a este club, la entidad se regenera desde dentro.

Las heridas cicatrizan con la pomada de los buenos resultados a la espera de lo que depare la primavera que está por llegar. Se espera entonces la mejor versión de la UD Logroñés de Diego Martínez, que viaja a Lezama para el primer partido de esta segunda vuelta de campeonato con la necesidad de ganar al líder para meterse de nuevo en la pelea por el único objetivo que asegura el resultado final deseado, la primera plaza y por tanto el ascenso por la vía más directa. Sería la mejor manera de iniciar los próximos diecisiete partidos hacia metamorfosis plena.

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