Agricultura

La campaña de la siembra arranca con una humedad mal repartida

El agua que ha regado el campo desde finales de verano y a principios de octubre siembra un escenario más propicio para el desarrollo de los cultivos herbáceos que el del año pasado en el que la tierra pasó más sed. Las semillas ya están bajo tierra y los primeros brotes asoman erguidos volviendo a teñir de verde laderas y llanuras. Sin embargo, estas buenas sensaciones de inicio de campaña que se atisban en las fincas de La Rioja Baja y Media no van a la par con las de La Rioja Alta. Aquí los pluviómetros no acumularon tanta lluvia como sí hicieron en la mitad oriental de la región, por lo que las expectativas de campaña con la siembra recién comenzada son dispares.

La cebada temprana es la primera simiente que se está arrojando al terreno al mismo tiempo que lo hace el trigo y, llegado diciembre, la cebada tardía de primavera. “La tierra por la zona de Santo Domingo y alrededores está seca, pero hay que sembrar, así que ahora están todos los tractores en el campo preparando el terreno con el chissel para hacer un semilaboreo”, asegura Pepe Moneo desde la Cooperativa GARU.

Porque la siembra directa todavía no acaba de calar del todo entre el sector agrícola. Con la implantación de la nueva PAC, los ecorregímenes  han traído cambios al campo como es la rotación y la diversificación de cultivos con alternativas al cereal como las leguminosas, así como esa siembra directa para eliminar el laboreo en una parte de la explotación que se quedaría en rastrojo.

Pero ante nuevas exigencias, los cerealistas siguen sin ver mejoras en los precios que perciben por su grano. “Hay desánimo, y desde hace tiempo, porque los precios están muy parados y a la baja en un año en el que todo ha costado mucho dinero para los agricultores, por no hablar de lo mermada que ha venido la cosecha”, asegura Moneo, quien cuantificaba esa reducción en un treinta por ciento respecto a lo cosechado el año pasado y en un cincuenta por ciento si se compara con lo que es habitual recoger en un año normal.

Ese desánimo no solo afecta al cereal, porque el girasol también ha estado marcado por la desigualdad entre fincas en función de la humedad de esa tierra. Sembrado entre abril y mayo, ha habido fincas que ante esa falta de agua no nacieron del todo bien, por lo que los rendimientos medios en La Rioja Alta han oscilado entre los 1.500 y 2.000 kilos por hectárea, aunque ha habido fincas con menos y también con más producción.

Menos tierra para la colza

La colza ha sido una de las agraciadas de estas necesarias lluvias que, a diferencia del año pasado, se ha sembrado en una tierra más húmeda y con esperanzas positivas de cara a la cosecha. Eso sí, la superficie sembrada desde finales de agosto con esta menuda semilla es notablemente inferior a la del otoño pasado, cuando muchas hectáreas se levantaron poco después de haber sido preparadas ante la falta de lluvia. Un gasto para los agricultores (y un esfuerzo), por tanto, que acabó tirado por tierra.

“El panorama para este año muestra que los agricultores han ido a lo seguro porque se ha sembrado menos y seleccionado aquellas zonas más frescas ya que es un cultivo que requiere de abundante humedad para poder germinar y no en toda las fincas se daba esta circunstancia. De todas formas, habrá qué ver cómo evoluciona el tiempo en los próximos meses para valorar cómo resultará la cosecha de la colza, pero por el momento seguimos sin agua en la tierra”, añade el gerente de la Cooperativa GARU.

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