Gastronomía

Parada y Fonda: ‘El mesón Las Tejas recupera el brillo’

El pasado 26 de marzo despedíamos a un gran clásico de Logroño. Cerraba hasta nuevo aviso el mesón Las Tejas, ése del neón al exterior de la peatonal Saturnino Ulargui, ése al que costaba referirse porque era complicado advertir que esas dos formas eran unas tejas. Aquel 26 de marzo, domingo, fue el último día de este mesón porque Gabriel Alberto y Ana Rosa se jubilaron.

Pusieron fin a una larga carrera laboral, en la que durante los últimos 35 años estuvieron dedicados en cuerpo y alma a este local, de escasa luz, pero de mucha cocina riojana, la de toda la vida. Cerraron la puerta por última vez con ganas “de descansar” y también “de aprovechar para hacer las cosas que no hemos podido hacer durante todos estos años”, explica Gabriel Alberto, que se deja ver por La Laurel, haciendo todas esas cosas que no pudo hacer mientras se mantenía al otro lado de la barra.

La casquería, en especial los callos, fue muy bien tratada en Las Tejas, en donde lo mismo te preparaban unos fantásticos bocadillos al gusto como te presentaban unos platos combinados que solucionaban un día de labor. Y eso viejo Las Tejas vuelve a abrir al público, recuperando su brillo.

Las Tejas ha experimentado un profundo lavado de cara. Se le ha quitado historia para dejarlo acto para un público más exigente, pero sin perder la esencia de un lugar de los de toda la vida. El mesón Las Tejas ya está de nuevo abierto, ya está otra vez de cara al público, ya ocupa su lugar en Saturnino Ulargui. Así que su historia no se acabará tras 35 años. Tan solo se ha tomado un merecido descanso para volver a sumar años.

Este local sigue siendo un mesón, con especial atención a la casquería. Logroño mantendrá por tanto un sitio para almorzarse tranquilamente un par de huevos fritos con lo que sea. A 5 euros solo con patatas fritas, a partir de ahí, lo que la imaginación gastronómica requiera en una relación de platos combinados interesantes para el día a día. Tablas, ensaladas, y una barra de pinchos de toda la vida ideales para la clientela habitual y para toda aquella que se quiera sumar a partir de ahora.

Entre sus especialidades destacan los torreznos, los morros de cerdo, la oreja rebozada, las anchoas, los boquerones, los chipis en su tinta, y los pimientos rellenos. Destacar que la nueva gerencia ha aprendido de los históricos propietarios su forma de elaborar los callos, emblema de esta casa durante los últimos 35 años.

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