Gastronomía

La Laurel, donde se concentra la fiesta

La Laurel, donde se concentra la fiesta en San Mateo

Los cuatro puntos cardinales de las fiestas de San Mateo son, al norte, la calle San Agustín; al sur, la mismísima calle Laurel; al este, la calle Capitán Gallarza; y al oeste, la Travesía de La Laurel. Un círculo casi perfecto en el que diariamente explota la fiesta. Gira la fiesta por esta zona tan concentra del callejero y cada uno se suma a esta rueda cuando considera más oportuna. Las puertas a este instante único de todo San Mateo están abiertas durante toda la semana.

La calle Laurel se convierte en punto de encuentro. En San Mateo se acude para saciar el apetito y compartir instantes que serán recordados durante todo el año. Es la mayor concentración de degustaciones por metro cuadrado. Con el sello de calidad de esta vía principal, y con ese ambiente irrepetible que no se da en ningún otro sitio de la ciudad de Logroño. “Esto hay vivirlo al menos una vez en la vida”. Alejandro anda haciendo equilibrio para dejar pasar, para pasar él, para no derramar su vino y para seguir sintiendo el empuje diario de la fiesta en efervescencia

Así es la versión matea de la callle Laurel, que revienta de felicidad por los cuatro costados desde el primer minuto de fiesta, justo cuando el cohete recorre el cielo de la capital para anunciar que han comenzado las fiestas. Entonces, en este primer día, con las cuadrillas cerrando los primeros almuerzos, la Laurel recibe a los visitantes con el entusiasmo propio de las primeras horas de celebración. “Lo hacemos todos los años. Es casi como una liturgia. Ni tenemos que hablarlo. Lanzan el cohete y venimos hacia aquí directamente porque tenemos ganas de fiesta, de vivir esto de año en año. Nos juntamos todos y venimos sin dudarlo aunque haya tanta gente. Queremos estar con la gente”.

La cuadrilla de Ana, que vienen desde Arnedo, lo tiene claro, La Laurel es San Mateo. Charangas hacia arriba, cuadrillas hacia arriba. Charangas hacia abajo, cuadrillas hacia abajo. Como la de Ana. De lado a lado siendo parte de la fiesta. De esquina en esquina, de bar en bar, celebrando las fiestas de San Mateo. Vino va, pincho viene, y la primera cita matea se celebra entre canciones, bailes, y toda la gastronomía y variedad con la que cuenta la calle más famosa de Logroño.

La Laurel en San Mateo es para el no iniciado, pero también para el de toda la vida, para el más experto en la materia. Todos los riojanos han visitado alguna vez en la vida esta calle durante las fiestas. Se trata de hacerse un hueco, de aprender a moverse entre el bullicio propio de la fiesta. Además es lo que se busca, que la experiencia festiva la aporte el ambiente que asegura diariamente la calle Laurel. Da la sensación de que por mucho trabajo que haya, aunque no se pueda tener vacaciones por San Mateo, pasarse un rato por La Laurel asegura haber vivido aunque sea por un par de horas las fiestas.

“Yo tengo claro que mis sanmateos duran un par de pinchos. Pero me paso por aquí, me tomo un par de vinos… unos días con la familia, otros con los amigos de toda la vida, también con los compañeros de trabajo, y como que hemos vivido la fiesta. Salimos así de la rutina del resto del año”. Alfredo trabaja en un despacho de El Espolón. Y logra conciliar perfectamente su labores diarias con el impulso logroñés de formar parte de la fiesta por mucho trabajo que se tenga. “Siempre hay tiempo para echarse un vino. Al final La Laurel está en el centro de la fiesta”.

 

Día grande en La Laurel

Y afrontamos instantes decisivos, tanto como el día del Cohete o como el primer domingo mateo. San Mateo es el 21 de septiembre y la tradición marca salir temprano de casa, en familia, y pasear Logroño y sus fiestas. Pisado de la uva, primer mosto a la patrona de La Rioja, y de allí, a tomarse un vermut todo lo largo que sea necesario para disfrutar de las fiestas. Familias enteras, de Logroño y de otras localidades riojanas, aprovechan esta jornada para visitar La Laurel. “Antes cocinaba mi abuela para toda la familia. Era casi como Navidad”, se refiere Belén al recuerdo que conserva de niña, cuando acudía a casa de la abuela materna a comer por San Mateo.

“Ahora el asunto ha cambiado”, confiesa. “La verdad que no nos apetece cocinar”, indica. “Tenemos claro que este día nos gusta juntarnos. Es una tradición que queremos conservar”. Pero “sin liarnos en casa”. La fiesta, asegura, “está en la calle” y “a la calle salimos”. Así que con tiempo han reservado mesa en uno de los restaurantes tan reconocidos de la Calle Laurel. “Reservamos creo con un mes de antelación”. Que tampoco es dejar a la familia sin comer. “Nos juntamos quince y no cabemos en cualquier parte”.

Se van a juntar un año más para celebrar todos juntos el día grande de las fiestas de San Mateo. “Quizás sea la jornada más familiar”. Belén tiene claro que “quien más o quien menos este día queda con sus más cercanos”. Porque hay tiempo para todos, para estar con la cuadrilla, como el día del Cohete, para estar con los del trabajo, “nosotros hacemos siempre unos vinos con los del curro”, y para estar, lógicamente con la familia. “Es un día bonito y a nosotros nos gusta comer bien”.

La Laurel es el centro neurálgico de la fiesta. Un punto de encuentro para festejar y un punto de salida para seguir con la fiesta. Se va La Laurel, y de ahí a echar una copa, una partida de mus, a los toros, a la pelota… El vermut torero es un concepto que históricamente se ha hecho gigante en La Laurel, abriendo al resto de locales adyacentes la posibilidad de sacarle partido a eso del tardeo, que ha convertido a Logroño en una referencia nacional, también, claro, por San Mateo, sobre todo, por supuesto, en san Mateo. “A nosotros al final nos pasa todos los días lo mismo”. Lo explica el pobre Miguel: “Decimos siempre que vamos a descansar, tras varios día disfrutando de San Mateo. Pero al final, quedamos a echar unos vinos y unos pinchos, y aunque el cuerpo no pide siesta, tampoco hay que darle al cuerpo todo lo que pide”. Así que Miguel y los suyos volverán a cerrar los bares de La Laurel para luego decidir cómo lo hacen: si toca partida, si toca pelota, o si tocan toros… “Lo que no toca nunca es la siesta”. Otra vez que esta cuadrilla entrega las ‘armas’  para dejarse llevar.

Este círculo virtuoso del buen vivir mateo convierte a La Laurel en el epicentro mismo de la fiesta, donde los pinchos y los vinos, los olores y los sabores, se mezclan con los colores y los sonidos propios de un gran día de fiesta. La Laurel es San Mateo, y sin Laurel no habría San Mateo.

 

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