Cultura y Sociedad

UNIR vuelve a excavar en Calahorra para rescatar su pasado

Conocer a fondo la historia calagurritana y sacarla de debajo de la tierra no es el único objetivo del Campo Experimental de Arqueología que estos días está llevando a cabo Fundación UNIR en los yacimientos de La Clínica y Los Sastres en Calahorra. Por segundo año, un grupo de personas de todo el territorio nacional se dan cita en la ciudad para dedicar quince días de sus vacaciones a aportar su trabajo para ampliar el conocimiento de una ciudad que alardea de pasado romano y lo demuestra cada vez que se quita una piedra de determinados lugares.

Convivencia, conocimiento, experiencia e historia son las bases de un campo que se desarrolla durante dos semanas con 19 chavales y no tanto, de todos los puntos de la geografía española. “Tenemos gente desde los 19 a los 60 años de diferentes comunidades: Madrid, Barcelona, Cantabria, Andalucía, Galicia…”, explica David Farell, coordinador del Campo de arqueología por parte de universidad en línea

Así, el entendimiento de la empresa de arqueología Labrys, el Ayuntamiento de Calahorra y la UNIR ha permitido repetir una experiencia que el año pasado tuvo resultados extraordinarios. “La experiencia fue muy interesante por varios aspectos, pero especialmente porque los chavales estuvieron muy a gusto y aprendieron mucho, que al final es en lo que consisten este tipo de campos, y no tanto en obtener resultados materiales”.

Aún así, también los hubo. Divididos en dos grupos de trabajo (uno en el yacimiento de La Clínica y otro en el del Torreón de la calle Los Sastre), se descubrieron cosas interesantes. “La historia de La Clínica es muy larga desde que se hallaron los primeros restos en el siglo XIX, pero al ser una zona en la que no se ha construido siempre hay zonas para seguir ampliando el yacimiento”, comenta Asun Antoñanzas, de la empresa de arqueología Labrys.

Algún que otro enterramiento, alguna estructura romana…, “pero más que eso me quedo con el aprendizaje de los chavales, con el conocimiento que se llevan del trabajo de un arqueólogo, con la convivencia y con la puesta en valor de los restos calagurritanos. Hay que tener en cuenta que luego llegan a sus universidades y hablan de nosotros”, resume la arqueóloga.

En la calle de Los Sastres se encontró además una nueva estructura cercana a la línea defensiva. “Creemos que es anterior, podría ser romana, pero también visigótica, en eso aún hay que trabajar más”, esgrime Farell. La cuestión es que el torreón y la muralla tampoco están datados aún con precisión: “Sabemos que podría ser medieval e incluso del islámico”.

La dinámica de este nuevo curso está siendo prácticamente idéntica a la del año anterior. Por la mañana, los grupos de trabajo trabajan intensamente y bajo el intenso calor de julio en los yacimientos. Por las tardes, llega el proceso de limpieza, clasificación y numeración en el albergue.

Además, no sólo se queda ahí. “Los participantes se empapan bien de la historia calagurritana porque hacemos excursiones, visitas, además hablamos mucho de historia, especialmente clásica”, comenta Farell.

El campo de trabajo no sólo está enfocado a estudiantes. “Tenemos a gente muy interesada en Humanidades y en la Historia que también ha querido venir al campo, pero la mayoría son estudiantes que acaban de terminar los exámenes “.

Además, destacan la relación excepcional con la asociación calagurritana Amigos de la Historia. “Hay algunos de sus integrantes muy interesados por la historia de la ciudad que incluso vienen a colaborar con las excavaciones cada mañana. Resulta interesante que ellos también puedan tomar parte en algo tan enriquecedor”.

– Con el fin de explicar a los ciudadanos de Calahorra y a todos los interesados y amantes de la arqueología cómo se está desarrollando la actividad y qué se está encontrando, los directores del campo y los propios participantes van a realizar dos jornadas de puertas abiertas el miércoles 26 y el jueves 27.

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