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Trabajo de herrero: Carlos Lasheras forja una identidad

Carlos Lasheras ha marcado el camino. Los aficionados de la Unión Deportiva Logroñés ya pueden ir observando cómo será el equipo que debe pelear desde el primer día por el ascenso a Primera Federación, sin excusa ni ambages. La entidad sufre ahora las consecuencias de una temporada, la pasada, calamitosa, pero desde el pasado 31 de mayo, día en el que se hizo oficial el regreso de Carlos Lasheras, el club trata de reconstruirse alrededor del vasco.

Ha puesto orden en una casa demasiado agitada por un descenso inesperado, que precisaba de un volantazo realizado por manos expertas. Cada mochuelo a su olivo y cada uno con sus funciones perfectamente establecidas. Por un lado, el primer equipo, focalizado únicamente y exclusivamente en volver a Primera Federación. Todo lo demás resulta ahora mismo secundario. Hay que colocar de nuevo al club en la casilla de salida del regreso al fútbol profesional, y todo pasa por abandonar cuanto antes la Segunda Federación.

Lasheras está concentrado en este mandato dado por un presidente que ha metido la tijera en muchos espacios, pero que ha cumplido la palabra ofrecida al director deportivo. Por otro lado va el asunto de la ciudad deportiva, importante, necesaria, pero porque mejora las posibilidades de trabajo del primer equipo. La cantera será importante para el futuro, pero ahora mismo no sacará al club del escollo en el que se ha posicionado por méritos propios.

Desde su primera comparecencia, en la que demostró tener muchas ganas de hablar para dejar las cosas claras… Lasheras sabía quién iba a ser su entrenador, el mismo nombre que también hubiera elegido para la Primera Federación de haberse llegado a tiempo un año antes, cuando Manu Franco dimitió inesperadamente y Lasheras ya había firmado por el Sestao (solo dos días antes) y Diego Martínez tenía contrato en vigor en Soria. Este mismo proyecto se hubiera puesto en marcha también de haber logrado la permanencia en Primera Federación.

Habló Lasheras en aquella primera comparecencia, la que sirvió para darle de nuevo la bienvenida al club. Y dijo que buscaba a un entrenador que conociera la ciudad, la categoría, la entidad deportiva… y que buscaba a “buenos futbolistas” para conformarle una plantilla competitiva, que ya está en marcha, y que con las treces primeras incorporaciones (más Titi y Yurrebaso) ya se puede advertir hacia dónde va el director deportivo vasco, que tiene una gran virtud: se marca un plan y lo ejecuta, no improvisa y recorre el camino marcado hasta el final. Otros, por el contrario, apagan fuegos con gasolina, lo que conduce al desastre.

La prueba de todo esto es que primero llegó Diego Martínez, el entrenador de consenso. Era su momento, es su gran oportunidad. Lo hará en casa, con la honestidad que le caracteriza, con mucho trabajo, habiendo cosechado éxitos similares anteriormente, y con la emoción de hacerlo en la que entiende es su casa. Si está claro es que Carlos Lasheras y Diego Martínez tienen poder de seducción. El club maneja un buen presupuesto para la categoría, pero ya se ha demostrado que no solo la economía garantiza el éxito. Que a la hora de conformar una plantilla hay tangibles que los futbolistas valoran (en Segunda División, en Primera Federación o en Segunda Federación, esto no varía). Por supuesto, el dinero, pero también las instalaciones, quién será el entrenador… y en estas divisiones, este dúo tiene el respeto ganado por parte de jugadores y representantes.

Primero fue el entrenador y luego han ido llegando los primeros trece futbolistas. Y está todo tan pensado, nada se deja al azar, que Iñaki debía ser el primero en llegar. El capitán ha sido, hasta el momento, la única renovación de la plantilla que perpetró semejante fracaso -a la espera de que se haga oficial la continuidad de Titi, otro riojano que seguirá en el proyecto-. Iñaki es una institución dentro de este club. Y Lasheras -asunto poco habitual- le tiró los tejos públicamente durante la presentación de Diego Martínez. Tenías las puertas abiertas y el capitán aceptó la invitación para entrar en su casa. “Conmigo tuvo sus mejores temporadas”. Lasheras confía en recuperar al capitán tras dos malas campañas.

Sarriegi, en un entrenamiento con la SDL, fue el primer fichaje del curso, y no fue casual. FOTO: SDL.

Tras su renovación el club instauró la ‘omerta’ habitual con la que trabaja. Poco o nada se sabe de los movimientos de Carlos Lasheras. Se mueve con sigilo, para no levantar la liebre. Pero en esta ocasión tenía claro cuál debía ser el primer fichaje tras la renovación de Iñaki. No fue casualidad que el primero en ser anunciado fuera Sarriegi, jugador capital en la SDL que sí logró la permanencia en Primera Federación. Fue un aviso a navegantes de lo que estaba por llegar, envió un mensaje claro y contundente a los aficionados de la UD Logroñés.

Les dijo con este primer movimiento que el club tenía capacidad para apostar por buenos jugadores en una categoría superior para establecer un proyecto a medio plazo. Así que Sarriegi debía ser el primero. Luego han ido llegando otros jugadores con importantes trayectorias en Primera Federación que han decidido dar un paso atrás para situarse en un proyecto que sí les parece de futuro. Como Aitor Seguin, Jon Madrazo, o Lander Yurrebaso.

Jony, un riojano más para una plantilla con un DNI muy marcado.

Jugadores con experiencia, y con un DNI que determina el carácter: vascos, navarros y riojanos, muchos riojanos, como Kike Royo, Jony (Osasuna Promesas), Iñaki o Titi. Y vascos que saben meter la pierna en Segunda Federación, como los ex del Sestao (recién ascendido a Primera Federación) como Andoni Ugarte o Urtzi Urcelay… o jugadores con muy buena edad como Sarriegi o el navarro Yasin Iribarren. Además de haberse asegurado la continuidad de los mejores jugadores del Promesas la temporada pasada como Alex Daza, Sergi López y Miki Codina.

Así se va construyendo un nuevo proyecto que pretende ser ganador. La hoja de ruta está establecida desde hace tiempo, Lasheras sabe qué requiere la categoría y no se está saliendo del camino marcado junto a Diego Martínez. Kilómetro cero para volver al lugar del que jamás se debió caer.

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