La Rioja

El ganchillo nunca pasa de moda

Chilena de nacimiento, pero la sangre riojana corre por sus venas con fuerza gracias a que tanto su padre como su madre eran de Ortigosa de Cameros. “En 2000, junto con mi marido y mis tres hijos nos volvimos aquí, porque toda mi familia, sobre todo por parte de madre estaba aquí”. El orgullo riojano nunca se pierde.

Su abuela le adentró en el mundo de las labores cuando Marisol tan solo tenía 5 años, “y desde entonces, no he parado de tejer. Antes hacía punto, pero cuando llegué a España me aficioné al ganchillo, entre otras cosas porque, con los años, la espalda empieza a resentirse y, además, el ganchillo es más fácil llevarlo encima”. Porque eso es lo que hace Marisol: en la sala de espera del dentista, ganchillo, en la parada de autobús, ganchillo, mientras espera a las amigas, ganchillo. “Siempre va en mi bolso”.

La idea de enseñar su trabajo ‘al mundo’ la tuvo su hija, muy relacionada por su trabajo con las redes sociales. “Me habló de abrir una cuenta en Instagram, así que me compré un móvil que sacara buenas fotos y así empezó Los Tejidos de Marisol“. Cuenta que actualmente ya tiene 113.000 seguidores.

El marido de Marisol es el encargado de sacarle las fotos en cada uno de los escenarios en los que la costurera muestra sus creaciones porque, además de promocionar sus tejidos, la pareja ha decidido complementar la cuenta mostrando las “diferentes maravillas y rinconcitos que hay en cada uno de los pueblos de La Rioja”.

La moda del ganchillo

Ya el último verano vimos cómo los diseños de crochet, lo que hasta ahora llevamos llamando ganchillo, se convirtieron en una clara tendencia. Se multiplicaba su presencia en las pasarelas, en las calles y, por supuesto, en la playa. “El ganchillo es una técnica de tejido que permite crear una amplia variedad de prendas, es cómodo, tienes innumerables formas, colores y combinaciones y se convierten en artículos únicos e irrepetibles”.

Además, Marisol destaca que ella es más de tejer el clásico cuadrado de la abuela porque le da mucho juego. “Así puedo realizar cualquier tipo de prenda: abrigo, vestido, chaqueta, top, bolso etc…”. Pero eso no significa que con el ganchillo no se pueda ir juvenil. “Una chica joven puede ir súper bonita con este tejido, todo depende de cómo lo lleve y cómo lo combine”.

Así lo demuestran algunas de las seguidoras de Los Tejidos de Marisol que, “aunque mi pretensión no es vender las prendas, solo que la gente las vea”, ya le han hecho varios pedidos. “Para todas las que siguen mi trabajo solo tengo palabras de agradecimiento. Ellas son mi motivación para seguir adelante y las ‘culpables’ de no tener dónde guardar todos los tejidos”.

Y es que esta costurera no trabaja el ganchillo para hacer negocio, “sino porque disfruto tejiendo, me ayuda a relajarme, a olvidar problemas…”. Ese sentir lo traslada también en las clases que imparte en las la tienda El desván artesano. Para ganarse la vida, ya tiene su bar en Logroño. Su deseo es seguir compartiendo sus experiencias en las labores y, por supuesto, seguir participando “con toda ilusión” en las actividades que organice el grupo UKÑ (Urban Knitting Logroño), al que pertenece hace casi tres años.

Ganchillo en la ciudad

UKÑ es un original movimiento artístico que, desde hace 10 años, está presente en muchas ciudades del mundo envolviendo en ganchillo con vistosos colores el mobiliario urbano y otros elementos de sus calles.

A Logroño llegó a través de varios contactos que coincidieron gracias a una cuenta abierta en Facebook. “Comenzamos juntándonos en el Parque de los Enamorados y nuestra primera labor fue un mural que creamos para una concentración de grupos de Urban Knitting en Barcelona”, explica Eva Calavia, una de las componentes que inició UKÑ.

Porque “aquí no hay cargos, todas somos iguales. La que tiene una idea la aporta. Hay momentos en los que ponemos en común lo que nos gustaría hacer o lo que nos gustaría decorar. Así van surgiendo ideas, y entre todas decidimos y creamos. Lo bonito es eso, que cada una aporta y nadie manda más que nadie”.

Así nació su primer proyecto en Logroño: uvas tejidas decorando los jardines del Espolón, o aquel que encantó a los más pequeños de la casa, los bolos de la calle Hermanos Moroy y parte de Sagasta ‘vestidos’ de rana o con la bandera riojana.

“Nuestro objetivo es decorar creando algo artístico, no poniendo ganchillo porque sí”. Y eso es precisamente lo que hacen cada jueves cuando se reúnen en el local que les ha cedido la Federación de Asociaciones Vecinales de La Rioja. “Ahora en verano descansamos, pero con deberes para septiembre. Cuando empieza el curso vuelven las reuniones donde, además del ganchillo, también ponemos en común lo que nos pasa en nuestro día a día”.

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