El astro

Después de la tormenta, llega la limpieza en Fuenmayor

Después de la tormenta no siempre llega la calma. Si la noche ha sido larga en Fuenmayor tras la tormenta de este miércoles, la jornada del jueves ha comenzado bien temprano para los vecinos de un municipio que ha revivido lo sucedido hace dos años tras una tormenta similar. Día de escobas, mangueras, barro y prisas. Las fiestas comienzan este viernes. “Hay que dejar el pueblo como los chorros del oro”.

Jóvenes y mayores. Todos han madrugado para echar mano en la limpieza de las principales calles del municipio. “Esto ha sido mucho peor que hace dos años porque el agua no ha venido de la tormenta sino del río. Se ha desbordado por completo”, ha comentado el alcalde del municipio, Alberto Peso, a primera hora de la mañana mientras hacía balance de los daños.

El parque recién estrenado ha amanecido destrozado. Hay bares que no saben si podrán abrir estas fiestas. Las calles principales del municipio están echas unos zorros y el miedo aún contenido entre algunos vecinos se vislumbra por la mañana. “Hacía más de media hora que había dejado de llover cuando empezamos a ver que el río saltaba. Lo peor era que no sabíamos cuándo iba a parar de crecer”.

“El miedo era, sobretodo, hacia las previsiones de tormenta de madrugada. A esas horas teníamos a medio pueblo por las bajeras intentado limpiarlas”. Desde la zona del río hasta la plaza central del municipio. Todo, lleno de barro. También algunos comercios. “Nos hemos levantado pronto para empezar a limpiar el interior de la tienda, ahora ya estamos con la calle”.

Mientras tanto, en otra zona del municipio, José ‘El gallego’, encargado de hacer el zurracapote para las fiestas, vigilaba que la riada no se hubiese llevado las más de veinte cántaras que se habían hecho para estos días. “Está sano y salvo”, ha asegurado a NueveCuatroUno. Las penas con vino serán menos penas.

La jornada va a ser larga en un municipio que empieza a acostumbrarse a este tipo de sucesos. No queda otra que seguir limpiando las calles y las bajeras inundadas. Ya llegará el momento en que pueda volver la calma. Y después, la fiesta.

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