La Rioja

Caso Entrena: la sangre de Javier, su móvil, una furgoneta y ocho casquillos de bala

FOTO: EFE/Raquel Manzanares.

La Guardia Civil cree que el presunto asesino de Javier Ovejas lo mató sorpresivamente de varios disparos, introdujo su cadáver en una furgoneta y lo depositó en un lugar que ya tenía preparado para deshacerse del cuerpo y de cualquier indicio que le pudiera incriminar judicialmente.

Así lo ha afirmado uno de los instructores de la causa, miembro de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial, que ha intervenido en la primera sesión del juicio por el conocido como ‘Caso Entrena’, en la que el presunto asesino ha asegurado que la causa “es un montaje”, ya que el joven desaparecido desde el 29 de julio de 2021 “está vivo, lo tengo más que claro”.

El agente instructor ha explicado al fiscal que en la escena del crimen encontraron ocho casquillos de bala del calibre 22 y numerosas salpicaduras de sangre de Javier esparcidas por el suelo y en una furgoneta Seat Inca, que presuntamente utilizó para trasladar el cadáver hasta su escondite -que aún no ha sido localizado- en un trayecto que duró en torno a siete minutos de ida y siete minutos de vuelta.

La mochila y las monedas

A preguntas del fiscal, el investigador ha explicado que en el exterior de la vivienda del acusado se encontraba el coche del joven desaparecido y, en su interior, una mochila en la que encontraron “dos álbumes de colección de monedas y billetes (su continente, no las monedas en sí) que se relacionan directamente con el robo” que, a juicio del Ministerio Público y las dos acusaciones particulares, incentivó el asesinato del joven.

FOTO: EFE/Raquel Manzanares.

También ha detallado que hasta tres personas aseguran haber escuchado en la noche de autos disparos y gritos de auxilio desde la parte trasera de la vivienda del presunto asesino, algo “totalmente razonable” pues desde sus viviendas a la escena del crimen “no había obstáculos”. En cambio, cuestionado por la defensa, el agente ha reconocido que esos testimonios se produjeron días después del presunto asesinato, sin que nadie contactase la noche del 29 de julio de 2021 con la Guardia Civil en relación con estos acontecimientos.

Esos testigos, además, aseguraron que “ven claramente” cómo la furgoneta salió de la vivienda, si bien cuando la Policía Judicial la inspeccionó esta no tenía batería. Aun así, bajo la luna delantera encontraron también unos alicates “que nos llevan a pensar que la batería fue retirada como una coartada después de utilizar el vehículo para sacar el cuerpo de la casa”.

En dicha furgoneta, los investigadores reunieron salpicaduras de sangre de Javier Ovejas en la puerta del conductor, en una de las alfombrillas y en la zona de carga, así como en el asa de un compresor de aire que el presunto asesino estaría utilizando cuando el desaparecido acudió a su casa.

El teléfono de Javier “lo destrozaron a conciencia”

El agente ha confirmado el hallazgo -en dos jornadas distintas- de dos partes del teléfono de Javier en una acequia próxima a la vivienda del acusado durante las labores de búsqueda del joven, que estaban “destruidas de tal manera que es imposible extraer ninguna información”. “Tal y como está (el teléfono) fue destrozado a conciencia”.

También ha detallado que el presunto asesino cambió de teléfono “sobre las 16 horas del 30 de julio” (un día después del crimen), migrando la tarjeta de un smartphone a otro teléfono “más básico, que solo permite llamadas, mensajes y poco más”. Una maniobra con consecuencias en la investigación, ya que “todos los WhatsApp que pudiera enviar y las localizaciones GPS se perdieron”, aunque se pudo acceder a las llamadas que había efectuado el acusado.

Así, los instructores pudieron confirmar que el acusado entabló contactos con diferentes personas de su entorno para pedirles que le llevasen a Logroño, lo que interpretan como “la búsqueda de una coartada para que no pudieran relacionarle con el delito”.

Conocimiento del terreno y silencios sospechosos

A preguntas del letrado que ejerce la acusación particular por parte de la familia del desaparecido, el investigador de la Guardia Civil ha subrayado que el acusado “conoce la zona y ha ejercido la caza furtiva”, lo que podría ser determinante en la ocultación del cadáver, aseverando que “hubo tiempo suficiente para deshacerse del cuerpo”.

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

 

“Dado el conocimiento del terreno es muy probable que utilizarse la furgoneta para llevar el cuerpo a un lugar preparado para deshacerse de él”, ha indicado, destacando dos momentos de silencio en las comunicaciones sospechosos el día del presunto crimen: entre las 21:30 y las 22:05 horas y entre las 22:05 y las 22:44 horas. A juicio de los investigadores, estos dos periodos podrían coincidir en los momentos en que se produjo el asesinato y en el que se trasladó el cuerpo, respectivamente.

Los casquillos

En su turno, la defensa del presunto asesino ha orientado sus preguntas hacia las posibles lagunas en la investigación. De este modo, ha cuestionado que no existan pruebas periciales que corroboren cuestiones apuntadas por los testigos oculares, como el movimiento de la furgoneta, la retirada de su batería o los disparos que presuntamente oyeron algunos vecinos.

Pero, sobre todo, ha incidido en el hecho de que el calibre de las armas que encontró la Guardia Civil en los registros de la vivienda del acusado (una carabina de aire comprimido y una escopeta del calibre 32) no se corresponden con los ocho casquillos de bala localizados por los investigadores, del calibre 22.

Por último, ha matizado que esos silencios comunicativos del acusado a los que alude la instrucción se refieren a las llamadas telefónicas, aunque no se puede demostrar que el presunto asesino sí hubiese mantenido comunicaciones vía WhatsApp, al estar totalmente destrozado el móvil del joven desaparecido que se encontró en la acequia de riego.

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