Gastronomía

El Haro que llega, el que regresa y el que ya no está

Haro se corona. Se da una vuelta y o se buscan las bodegas centenarias del Barrio de la Estación o se remonta por una vía de sentido único a la búsqueda de un espacio en donde dejar el coche para seguir dando una vuelta, que arranca siempre en la Plaza de la Paz para ir buscando la Herradura. Entonces se descubre el Haro señorial, el de piedra y hierro, el que se mantiene con vigencia gracias también a una gastronomía que late, con sus ritmos y particularidades, haciendo especial hincapié en la presencia de Nublo, un proyecto gastronómica de alcance global que ya cuenta con una estrella Michelin. El trabajo de Miguel Caño y todo su equipo ha puesto a Haro en el mapa de la alta restauración. El Haro que viene ya está aquí.

La Herradura es un reclamo habitual. Es la tradición del ambiente callejero de la gastronomía riojana. Todos juntos, revueltos, felices de echar un vino con amigos y conocidos. Los jarreros tienen su ronda. Cada cuadrilla, su ritmo. Cada familia tiene sus favoritos. Pero La Herradura capta la atención de locales y visitantes, que de pincho en pincho, de vino en vino, conocen las particularidades gastronómicas de este centro del Rioja. Los pimientos picantes del Beethoven, de esos que pican de verdad porque van hechos con alegrías riojanas, sus callos y por supuesto sus caracoles son un buen inicio. Los champiñones del Chamonix en esa plancha que se nutre también de morunos y sepias. Las zapatillas de jamón del Mesón Los Berones, las bravas del Jarrero, la tortilla del Sol… ronda que unos inician y otros acaban siempre en el mismo sitio, o así venía siendo hasta su cierre por jubilación. Todo jarrero paraba en el Benigno, que ha regresado, que lleva ya unos meses de nuevo abierto, y que mantiene alguna de las recetas que hicieron de esta barra una de las mejores de la localidad.

El Benigno ha vuelto, que no es mala cosa teniendo en cuenta que estamos hablando de un bar referencial para el jarrero. Son los creadores de un sabor, de una salsa local que todo jarrero come desde la más tierna infancia y que le acompaña, como todo sabor propio, el resto de su vida. Se vuelve a Haro y se comen estas patatas con esa salsa. Son las patatas del Benigno, que cerraron y que parecía que nunca iban a regresar. Pues bien, el Benigno ha vuelto. Nuevos propietarios, que mantienen dos de las referencias más importantes de este local, el hígado rebozado frito y por supuesto las patatas con esa salsa que iba ligaba al traspaso de este espacio.

Ha vuelto el sabor ligeramente avinagrado y picante de esta salsa tan jarrera. Quizás algo más espesa, menos líquida que la anterior, pero que aliña unas patatas fritas de generoso grosor, más cocidas que fritas -al menos por su textura-, y que hace las delicias de cualquier vermut que se precie estando por Haro. Y la ronda se cierra al sol primaveral de la Plaza de la Paz. Terrazas para un café o un trago largo en la que ya no está, por jubilación, la del mítico Pub Virginia, un espacio “de toda la vida”, regentado por Rafael Villanueva. Pub señorial, de cuidada decoración irlandesa, donde presumían de servir uno de los mejores café irlandés de La Rioja.

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