Gastronomía

El emparedado: el añorado Don Torcuato (II)

“El Torcuato”. “No, era Don Torcuato”. Y así se escribe la historia de un garito. En la duda de si tratarlo de usted o de tú. Y los nacidos en los setenta, e incluso antes, se han puesto nostálgicos y todo por el asunto de los emparedados, que como decíamos ayer, iba a provocar la madre de todas las batallas. Y lo está siendo. Batalla entre los ‘disfrutones’ de la vida a la riojana. Rosa es una de ellas, y ha sido directa: “Es que te escurría el tomate y la mayonesa por las manos. Era una maravilla”. Recuerda este emparedado mejor que aquel primer noviazgo. Manolo aporta más información: “Los tenía de dos tipos: el de anchoa, huevo y lechuga; y luego estaba el de tomate, mucho tomate, huevo y atún”. Los dos grandes clásicos de nuestras barras a la hora de presentar emparedados, pero en este local parece que se pasaban el videojuego.

Explica Manolo que “la barra estaba a la izquierda. Era larga, y con los emparedados a la vista”. Y no pasa tampoco por alto el ambiente, “estudiantil”, por la presencia cercana de Maristas, Adoratrices e incluso Agustinas, “aunque había clientela de todo pelaje”, remarca. El Don Torcuato ocupaba el espacio que ahora mismo se llama Días de Norte. Resistió hasta no hace muchos años como bar restaurante, aunque una reforma en profundidad no evitó su desaparición. Una lástima para todos los consultados.

El Don Torcuato ha sido el primer gran descubrimiento en esta revisión de los emparedados de nuestra región. La crítica ha sido unánime. “Yo le daba un premio al ‘Emparedado de Honor'”, indica un lector. Se lo daría “al antiguo Don Torcuato que estaba en Doctores Castroviejo de Logroño”. Premio concedido pese a no haber degustado jamás los emparedados del Su Majestad Torcuato.

Pero así tiene que ser un emparedado, al menos aquí en La Rioja. No puede ser una propuesta sin sentimiento. Debe recordarse. Hay que dar motivos para que los ciudadanos anden lo que sea necesario para al menos una vez a la semana clavarse entre pecho y espalda uno de estos monumentos al pan de molde con cosas ricas en su interior. Se acepta cierto desmoronamiento aunque tampoco excesivo. Debe mantener su forma, y el emparedado, como las chuletillas, debe disfrutarse con las manos, abstenerse en reuniones de trabajo. Esto se hace con amigos, se come en familia. No al cuchillo y tenedor para almorzar un buen emparedado.

Cuenta Leire que prefiere llamarle “sandwich” porque siente “algo de vergüenza”. Le suena a pueblo, aunque sea de pueblo. Somos de pueblo y comemos emparedados. La actitud de Leire es comprensible fuera de La Rioja. Pero aquí no hay espacio para el sandwich. En La Rioja y en México a este asunto se le llama con orgullo emparedado. Estamos en la tierra con nombre de emparedado, cuna de la lengua y tesoro gastronómico.

Ariane recomienda el emparedado del Bar Pepe de Nájera. / Ariane

Por eso hay un bar que se llama Gloria Bendita, que nos lo recomienda Cristina. Dice que es “el mejor”. Y da razones que no discutimos porque la información que aporta es la que esperamos, la que buscamos y la que deseamos: “Un emparedado para mancharse el morro”. Y ni un solo pero: “Jugosísimo y de calidad”. Julio quiere dejar su recomendación: “A mí me gustan mucho los del bar La Puerta Verde, al lado del hospital San Pedro”.

Estamos completando la lista más maravillosa que a día de hoy se puede hacer en La Rioja. La lista de los emparedados top de nuestra región. Ariane nos recomienda “el Bar Pepe, de Nájera”. El Bar Silcar en Avenida de Colón también ha concitado el interés de al menos dos lectores. Y otro remite un listado con tres recomendaciones: “El Café Luz, el Tertulia y el Noche y Día que empata con el Trasluz”, todos en Logroño. “El Niza y el Cafés el Pato” tienen también buena aceptación entre los lectores.

Batalla dura en el que cada uno defiende su trinchera porque con el emparedado no se juega. “Los mejores emparedados que yo he probado están en el Café Pámpano de Avenida de la Paz. Tienen unos de aguacate en pan de maíz que están espectaculares. El de salmón y chaca, buenísimo; y los clásicos de anchoa y atún, muy ricos y jugosos”. “Emparedado de lechuga, mayonesa, huevo y anchoa del Tapas Oslo”, aconseja otro lector. La gente ama el emparedado, el de su vida, el que marca su día a día, de ahí las bonitas palabras que le decida una lectora a su emparedado: “Uno de los sitios en los que me motiva comerme un emparedado es la Cafetería Almara, en la la plazoleta donde estaba ubicada la máquina de tren, en Gran Vía esquina con Murrieta, junto con un exquisito café con leche hecho con todo cariño por Alberto”.

Los emparedados del Café Luz de Logroño.

Y la semana pasada, con lo de las sidrerías, nos movimos a ambos lados del río Ebro. Lo volvemos a hacer. Porque el emparedado toca Navarra. Lo explica otro lector: “Aunque está en la frontera con Navarra la clientela del Café La Nuez, en el Parque Comercial Las Cañas, es casi en su totalidad riojana, por su proximidad a la capital. En este local se hacen tres tipos de emparedados pero la estrella es el de huevo frito, bacon, jamón y queso. Si no vas antes de las 11:00 horas no lo probarás, estará agotado y no se repite”. Contundencia foral para llegar con fuerzas al mediodía.

Haznos llegar tus lugares favoritos para disfrutar de un buen emparedado, en el email [email protected] y en el número de Whatsapp +34 602 262 881.

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