Agricultura

La profesionalización de la trufa se estanca en La Rioja

La profesionalización de la trufa se estanca en La Rioja

Esther Torres, en su plantación trufera en Matute

En plena campaña de recolección de la trufa, siendo enero el mes de mayor pico de producción en La Rioja, el cultivo no afronta sus mejores tiempos en la comunidad. En 2021, el registro del Área de Estadística de la Consejería de Agricultura cifra en 182 las hectáreas que ocupan la comunidad frente a las 177 que había hace cinco años, una tendencia decreciente que se arrastra de años atrás.

Los productores comparten un sentimiento de pérdida de interés tanto por parte de la administración para incentivar este cultivo bajo el amparo de la reserva de la Biosfera, promoviendo a su vez un mayor asesoramiento y puesta en común con otras zonas productoras, como por parte de los propios profesionales dedicados a este cultivo a la hora de asociarse y crear más marca de la zona, mientras los nichos de mercado se trasladan fuera de la región, perdiendo así el protagonismo del origen.

Esther es una de estas productoras. Se inició en la trufa hace poco más de 20 años cuando por aquel entonces apenas se escuchaba hablar de este manjar y lo hizo con una hectárea de superficie de encina micorrizaza con trufa negra. Junto a su padre aprendió el oficio en numerosos viajes a una gran explotación de Soria y ahora ya tiene una plantación de dos hectáreas con unos 400 árboles que recorren hocico sobre tierra sus dos perros truferos. “En todos estos años que llevo en la gestión de la trufa se ha visto un claro avance en la micorrización y en la mayor presencia de viveros y planta certificada que asegure la calidad del fruto. Pero el cultivo también ha evolucionado hacia uno con una mayor presencia de riego de apoyo”, asegura esta ingeniera agrícola que desempeña su labor profesional en el campo de prácticas de la Universidad de La Rioja.

Y es que el cambio climático también ha hecho de las suyas sobre el terreno en el que se sostienen estos encinares, los cuales demandan grandes cantidades de agua para producir un buen fruto, sobre todo en esas tormentas de verano. Así que, ante la falta de precipitaciones cada vez más habitual (y más palpable este pasado 2022), toca buscar alternativas que hagan de este cultivo uno viable, “aunque todavía esté lejos de ser uno profesionalizado”.

Esther introdujo el sistema de riego hace aproximadamente una década, cuando los árboles comenzaron a producir, y agradece esta implantación que le ha permitido asegurarse la cosecha año tras año: “Este año que ha venido tan seco y cálido apenas han salido, al igual que ha ocurrido con las setas. Pero aún con riego, la producción ha sido escasa por esas altas temperaturas que han protagonizado todo el verano, rondando la media de unos diez kilos por hectárea, mientras que en años buenos se han podido recoger hasta 50”. Una merma, por tanto, evidente que se teme que sea la tónica general de las próximas campañas. Es por ello también que esta productora cuenta con pozos de inoculación distribuidos por su plantación de forma aleatoria, no en todos los árboles. Así, aporta a la raíz sustrato con espora de trufa mezclada que ella misma prepara y que es un incentivo más para aumentar la cosecha trufera de cada año.

Y de Matute, listas para transportarse hasta Cataluña. Allí las comercializa a un mayorista que las vende en forma de conserva tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales, aunque Esther también se reserva una pequeña parte de su producción para tiendas gourmet y restaurantes de La Rioja, siempre pendiente de los precios de mercado que oscilan de una semana a otra, de igual forma que lo hace la meteorología de esta región. Reconoce, aún así, que los mercados no pasan por malos momentos actualmente y que los precios se encuentran en una horquilla “normal”: en torno a los 400 euros el kilo, cifra muy variable en función de la variedad y la época del año.

“Cierto es que antes los precios eran más altos y había mucha más demanda, pero ahora la zona de Teruel se ha vuelto muy productora y el mercado está ya un poco más saturado y también regulado. También han llegado a estar a 700 euros el kilo en los días previos a Navidad, cuando se produce el pico de demanda, pero eso solo ocurre en momentos puntuales si coincide que hay poca oferta”, apunta. Esta temporada por esas fechas el kilo de trufa se ha quedado en los 500 euros, mientras que entrado enero ya ha bajado hasta los 300.

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