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Los seis kilómetros más difíciles y gratificantes de Sebastián Pérez

Lo del atleta Sebastián Pérez es una machada cada vez que sale a la pista. El corredor calagurritano tiene TDAH (con un 60% de discapacidad) y, sin embargo, siempre que tiene la oportunidad compite en pruebas no adaptadas. “Estoy preparado para correr en cualquier tipo de carrera porque entreno mucho con mi padre y con mi entrenador, Alfredo Lozano”, cuenta a NueveCuatroUno. Hasta ahí ya sería candidato a cualquier reportaje en cualquier medio de comunicación, pero es que lo del pasado fin de semana ya fue superar su propia marca.

El pasado domingo se disputaba el campeonato de cross de Jaén. Él participaba junto a cuatro atletas riojanos más en la prueba por equipos sub-23. De los cinco, al menos cuatro tenían que llegar a meta para que el equipo pudiese puntuar. Al inicio de la carrera, uno de sus compañeros tuvo que dejar la competición. En la segunda vuelta, Sebastián notó un fuerte pinchazo en la pierna. “No podía dejar de correr. Habíamos bajado hasta Jaén y había que lograr puntuar”, comenta sin darle importancia a un hecho digno de las historias de superación que se quedan grabadas en la retina de los atletas.

Le quedaban seis kilómetros por delante. “El dolor cada vez iba a más, pero cada vez me quedaba menos”. Logró terminar la carrera después de haber corrido durante más de seis kilómetros lesionado. Además, sin bajar los tiempos establecidos. Quedaron los undécimos de un total de diecisiete equipos. Una fuerza mental y física digna de un auténtico campeón.

Y es que para Sebastian, el atletismo es una de las partes más importantes de su vida. Este joven de 19 años -“El 2 de marzo cumplo los 20”, nos recuerda- dedica sus mañanas a acudir al centro para personas con discapacidad Marqués de Vallejo. Las tardes las dedica a entrenar. Es fácil verlo por el parque del Cidacos, por las pistas de atletismo o en cualquier lugar en el que haya kilómetros y kilómetros en los que poder disfrutar de su afición.

“Empecé a correr con doce años. Mi padre ya corría cuando era joven y mi abuelo también. Ellos me metieron el gusanillo del atletismo”, comenta, evidenciando eso de que de casta le viene al galgo. Además, desde hace unos meses, sus estudios en el Marqués de Vallejo los compatibiliza con su trabajo durante los fines de semana como conserje en las pistas de atletismo y en el pabellón Europa de Calahorra con una ilusión y unas ganas que ponen de manifiesto las capacidades del joven riojabajeño.

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