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Gol en Las Gaunas: ‘Mere, en chándal’

En mi primer acercamiento al baloncesto aprendí uno de esos datos que no tienen importancia hasta que la tienen. Me dijeron cuando pregunté eso de que en el baloncesto los entrenadores van siempre en traje y corbata porque es una forma de mostrar respeto al juego. Me contaron que “hay que ir bien vestido a las grandes citas, y dirigir un partido de baloncesto es una gran cita”. No sé si es verdad, pero yo me lo creí porque me lo quise creer. Mola ir a un partido de baloncesto como si fueras a una boda o a heredar. Es uno de esos datos que le añaden pimienta a una conversación que no te lleva a ningún lado, salvo al de pasar un buen rato, que no es poca cosa.

“Al baloncesto en corbata”; es un ‘datazo’ para conservarlo a buen recaudo y establecer una, creo, lógica comparación con el deporte rey, más dado hace ya unas décadas al chándal y las botas de tacos también en los banquillos… hasta la llegada de una nueva y joven hornada de entrenadores, liderados por Guardiola, que se presentaban a los partidos con cortes de sastrería. Llegaron entonces los banquillos a medida, aunque siempre nos quedará don Luis Aragonés y esa Eurocopa en ropa de estar por casa.

El chándal, prenda en desuso salvo en Inglaterra y Venezuela. El chándal, ese básico que ya no representa ni a los futbolistas. Son contadas las ocasiones en las que se les puede ver en chándal. Messi, Cristiano, Neymar, Mbappé… no se les recuerda en chándal. Butragueño, Raúl, Salinas, Lasa, Caminero, Manjarín… esa gente vivía el fútbol en chándal.

Ahora acuden a los entrenamientos con un discreto neceser, unos auriculares tamaño plato de ducha y maqueados con ‘looks’ de dudoso gusto. El chándal ha perdido presencia en el fútbol: para salir a calentar y poco más. También en el más modesto, el que nos toca más de cerca.

Pero resulta que en chándal Mere Hermoso volvió a ganar dos meses después. ¿Casualidad? Tratándose de la UD Logroñés, no lo creo.

FOTO: Racing Ferrol.

El chándal es una prenda que garantiza la comodidad, siempre y cuando vaya con cremalleras en los bolsillos. El chándal se usa para ir a por el pan, para bajar la basura, para comprar el periódico, para llevar a alguien al trabajo sabiendo que no vas a salir del coche bajo ningún concepto, para recibir al de Amazon o para dejarle propina al ‘chino’ de confianza. El chándal es casi una prenda íntima, muy personal, que se usa en pandemia. Es la prenda del hogar, que te garantiza protección, porque te permite horas de contemplación en estado ‘vegetativo’ pero al mismo estar siempre listo y preparado para cualquier recado. Ni una tienda de videojuegos sin un poco de ‘chandalismo’.

Y en chándal, Mere Hermoso ganó tiempo para sí mismo y su equipo.

De haber existido antes el chándal, los grandes ingenios se hubieran conquistado con esta ropa. Colgarían los reyes en los muros de El Escorial vestidos con viejos cándales negros, los más caros, claro, por aquel entonces. La manzana, a Newton, le hubiera pillado en chándal. Estaba tranquilo bajo el manzano. Colón se hubiera echado un chándal “para por si acaso”. Adán y Eva… estos iban a otro rollo.

Esta misma mañana, en la bruma siberiana logroñesa de los –4 grados, un paisano a su amiga de sacar al perro bien prontito, le explicaba que “yo pienso andando”. El asunto es “salgo andar y pienso más”. Y se anda en chándal, claro. Al menos mi padre así lo hace. Es decir, se piensa con el chándal. Las decisiones más importantes de la vida se toman en chándal. Por llevar chándal, las decisiones son las adecuadas. Y la Unión Deportiva Logroñés ganó en A Malata porque Mere Hermoso se vistió con un chándal por primera vez en toda la temporada.

 

Y no es una argumentación cogida con alfileres. Tiene su ciencia porque está empíricamente demostrado; si es que necesitas, querido lector, más pruebas. El uso del chándal es un factor determinante para que la Unión Deportiva Logroñés gane en liga, ascienda o juegue sus primeros playoffs.

En chándal lo ha conseguido Mere Hermoso tras dos meses de derrotas constantes. Lo ha hecho, quiero interpretar, porque ya se ha quedado sin fondo de armario tras tanta derrota. Mere Hermoso, supersticioso él, cambia su indumentaria tras cada derrota. La mantiene, por el contrario, si suma de tres en tres. Así que imagino que, ya sin fondo de armario tras tanto cambio obligado, tuvo que tomar la decisión de ir cómodo por lo que pudiera pasar en Ferrol. Y pasó lo que tenía que pasar, en chándal llegó por fin la victoria, el fin de la mala racha.

El gaditano estaba empeñado en saltar al terreno de juego con ‘outfits’ de domingo. Y eso no es para la UD Logroñés. El ‘casual friday’ (sacarse la corbata y el traje los viernes por la tarde para dar la sensación, falsa por otra parte, de que los jefes ya están también en transición hacia el fin de semana) no funciona en el club de Las Gaunas, que es más de chándal, salvo Juanjo Guerreros, que va siempre como un pincel.

Mere Hermoso venía siendo hasta este domingo el ejecutivo vestido con un chaleco acolchado sobre un jersey o camisa perfectamente planchados. Ideal para estar siempre presentable, salvo en la derrota constante. Para evitar eso hay que ir en chándal. Chándal para el barro.

Los mayores éxitos este club los ha conseguido en chándal, que no da buena facha pero ayuda en la contextualización de la realidad deportiva de la entidad. En chándal, Carlos Pouso le dio un impulso más que necesario a este club. Firmó en chándal, y hasta en pantaloneta, dos playoffs seguidos cuando parecían inalcanzables.

Y Sergio Rodríguez, fino y bien parecido, apostaba siempre por el chándal. Ni un solo partido sin su chándal. Siempre en chándal hasta lograr el ascenso. Una lástima que en Segunda el chándal esté pasado de moda.

Mere Hermoso ya se ha puesto en chándal. Y se celebra. Hay que ir cómodo para tirar hacia adelante, cosa habitual y necesaria en este club en el que siempre toca empujar hacia arriba. Mere Hermoso, en sus lamentos cotidianos y hasta cierto punto lógicos ante el alto grado de exigencia pese a los conocidos déficits de este club, parecía haberse olvidado de la esencia de su labor: ganar a toda costa los partidos que sean necesarios para devolver al equipo a Segunda, espacio en el que poder desarrollarse para algún día ponerse un traje y presentarle bien vestido sus respetos a este deporte como hacen en el baloncesto.

De momento, a Las Gaunas hay que seguir yendo en chándal. Hay que estar cómodos para seguir empujando hacia arriba.

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