Cultura y Sociedad

Urdiales y Tomás Campos abren la puerta grande de Arnedo

Caía ya el sol en Arnedo cuando la mano de Diego Urdiales metía la espada al cuarto de la tarde con una buena estocada que bien valían dos orejas en su casa. Regalito. La importancia de tener a los tuyos en el tendido. Y con esa buena estocada, tres orejas (una al primero) para abrir la puerta grande en la primera corrida de la temporada taurina en La Rioja. Durante la faena, una buena tanda con la derecha y pequeños destellos sacados de la nada por el torero ante un animal al que le costaba pasar por la muleta.

Lo vaticinaba el pasodoble de la banda de música. La plaza y el maestro arnedano querían lo mismo. Una foto para el recuerdo. Otro día en la oficina para el arte y las muñecas ya conocidas por sus paisanos. Sin brillar en exceso, lo suficiente para que sus vecinos le pudieran saludar cuando sus pies no tocaban el suelo al salir del Arnedo Arena.

Y lo que a unos les da a otros se lo quita. Tomás Campos falló con la espada en el sexto antes de poder acompañar a Urdiales en la salida a hombros de la plaza. El triunfo se quedó a la mitad. Buen toro y buena faena enterrados en un pinchazo para lamentar, pero que no empaña la trayectoria de unas manos por explotar. Los nervios cuando se acaricia la gloria. Dos orejas, una a cada toro, aunque queda el sabor amargo de haber tenido el mejor lote sin aprovecharlo del todo.

Cayetano se ha marchado con un solo premio, cortado al segundo de la tarde. Tras no poder comparecer el año pasado por lesión, cierra San José con una orejita al primero de su lote y una faena para olvidar al quinto. Ni la hubo ni la habrá. Flojo y manso, el respetable arnedano pidió el cambio de toro sin ser escuchado a la enésima caída. Harto de ver que no respondía, el diestro ha cogido el camino más corto: la espada. Y a evitar el suplicio. Para qué. La puerta grande era para los de casa.

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