La Rioja

Los centenarios precedentes de atracos en los balnearios de La Rioja

Imagen: Grabado de Olivera sobre el balneario de Grávalos, en 1872

Estos días el tema de conversación en Grávalos está servido. El atraco de esta semana a manos de hombres armados que, además, encerraron al recepcionista en el maletero de un vehículo tiene al municipio y La Rioja Baja conmocionada.

En cambio, no es la primera vez que sucede algo así. De hecho, los precedentes se remontan más allá de cien años, cuando los balnearios de la localidad y el de La Albotea, en Cervera, eran un paraíso para sus clientes… y sus atracadores. Su aislamiento en la naturaleza siempre ha reportado tranquilidad a los usuarios e innumerables vías de escape a los asaltantes.

A finales del siglo XIX los balnearios riojanos vivían su época de máximo esplendor. Las virtudes de sus aguas llegaron a oídos de los sectores más destacados de la vida social y los atracos espectaculares a las páginas de los diarios. Así sucedió en 1874 y 1875, cuando la prensa se hacía eco de los siguientes asaltos.

En julio de 1874, El Imparcial daba testimonio de un episodio en el que cinco hombres enmascarados sorprendían a un carruaje que conducía a los bañistas desde Castejón cerca de la venta ‘del Pillo’ y robaban a sus ocupantes.

Este episodio no disuadió a los bañistas de acudir a uno de los epicentros de la vida social de entonces, pero tampoco a los bandidos. Menos de un año después el 11 de julio de 1875, entre doce y veinte hombres armados con trabucos y puñales saquearon a los clientes de La Albotea, “así como a los dueños, al administrador, al fondista, al facultativo y a los dependientes”, según recoge Honoria Calvo Pastor en ‘El paso de Sagasta por los baños de Grávalos y La Albotea’.

Militares en La Albotea

Una semana después, la gacetilla ‘La Iberia’ señalaba que “la intranquilidad que en todas las cercanías reinaba y que había hecho abandonasen los bañistas el establecimiento, ha desaparecido afortunadamente, estando  hoy encargado de la custodia y vigilancia de aquellos lugares un destacamento de veinte hombres al mando de un alférez del batallón de Lérida”.

Según esa misma información, esa veintena de hombres, “obrando en combinación con los carabineros que hay en los baños de Fitero, no dejarán que se repitan hechos tan lamentables como el que nos ocupa”. Por ello, invitaba a sus lectores “que necesitasen tomar los ya citados baño lo hagan sin temor alguno”.

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