Entrevista

Patxi Freytez: “Siempre que actúo en Logroño me tiemblan las piernas”

Patxi Freytez: “Siempre que actúo en Logroño me tiemblan las piernas”

Patxi Freytez, riojano de Pamplona como Fernando Llorente, sintió por vez primera el picotazo del teatro sobre el escenario del colegio de las Agustinas de Logroño, al que recuerda haber subido “casi por accidente, casi-casi como una actividad extraescolar”, y del que conserva “esa sensación de ‘qué bien se está aquí arriba’, ‘cómo me gusta esto’, y que desde entonces no ha habido manera de soltar”. Cuatro años después de haber representado junto a Natalia Dicenta ‘Última edición’ en el Teatro Bretón, Freytez regresa al coliseo logroñés  con ‘Las bicicletas son para el verano’ (sábado 5 de mayo, 20:30h).

– ¿Qué novedades ofrece esta adaptación de una obra ya conocida por el público logroñés, tanto en teatro como en su traslación al cine?

– La obra original duraba tres horas, y hoy en día espectáculos de esa duración son difíciles de digerir. La versión de Cesar Oliva ha conseguido, en hora y tres cuartos, aglutinar y condensar las escenas más importantes sin que pierdan su emoción, por lo que la obra se ve de una manera muy ágil.

– ¿Qué supone para un actor trabajar en el Bretón?

– Siempre lo he dicho. Veo cómo funcionan los teatros y las programaciones de otras ciudades y, no es por hacer la pelota, creo que los logroñeses tienen suerte con un teatro así. Primero, porque cuenta con una dotación espléndida, técnicamente dispone de todo lo que la compañía más exigente puede necesitar; tiene un equipo técnico sobresaliente, todos los técnicos que conozco están encantados de venir a Logroño, porque la gente de aquí trabaja de maravilla; además, es un teatro grande, comodísimo, se ve que está muy nuevo. Y como espectador no hay más que ver su programación para que todo sean alabanzas: todo lo bueno que pasa por Madrid viene aquí. Si a eso le sumas cine independiente, ópera, marionetas, clowns, flamenco, danza, porque toca todos los palos, ves que es un lujo. Además de contar con una de las mayores medias de ocupación de España.

– ¿Qué dicen del público logroñés los compañeros de profesión?

– Los últimos en trabajar aquí con los que he hablado, la compañía de ‘La gata sobre el tejado de zinc caliente’, me llamaron para decirme que es un sitio estupendo, que se fueron encantados. Primero, porque creían que esa noche hicieron una muy buena función y, segundo, porque el ‘feedback’ que recibieron del público fue espléndido.

– ¿Y un actor de la tierra, como tú?

– No puedo ser objetivo. Soy de aquí y se me recibe con mucho cariño. Qué voy a decir. Siempre me tiemblan las piernas, me pongo nerviosísimo, pero es trabajar en casa y eso es una maravilla.

– Creo que se te acumula el trabajo estos días…

– Sí. La gira me va a coincidir con el rodaje de dos series. Una ya está en marcha, ‘Secretos de Estado’, un thriller político que se estrenará después del verano en Tele 5. La otra es una historia ambientada en los años veinte, una historia de familias enfrentadas con un cabaré de por medio. Se titulará ‘El Continental’, pero aún no puedo contar mucho más.

– Volvamos al principio: El actor, ¿nace o se hace?

– El actor nace, pero no todos se hacen. Creo que hay personas que son excelentes actores, pero no lo saben o la vida no les ha dado la oportunidad de comprobarlo. Conozco personas con capacidades innatas para poder llegar a ser muy buenos actores, pero la vida les ha llevado a ser camarero o médico o lo que sea. Pero, sí, yo creo que el actor nace y luego se hace.

– Al poco de tu debut como aficionado en Logroño, marchas a Madrid para estudiar Periodismo y comienzas a trabajar en la cadena SER. Pero pronto lo abandonas para entregarte a la escena.

– Sí, empecé a trabajar en un magazine radiofónico nocturno que se llamaba ‘El vuelo’ y que me gustaba muchísimo, porque el periodismo es algo que me encanta y que echo mucho de menos. Pero la cabra tira al monte y pensé que si me debía dejar la vida en algo -porque, evidentemente, si eres periodista vas a entregar todas tus horas del día-, prefería dedicársela a la actuación, que es lo que más me motivaba.

– Y, desde abajo, pasaste por todas las etapas de la profesión.

– Pronto montamos compañía propia, que era una asociación sin ánimo de lucro porque no teníamos un duro, y ahí empezamos a dar nuestro primeros palos de ciego, a aprender cómo funciona la profesión, hasta que nos asociamos con otra compañía más profesional, La Pajarita de Papel, que tenían sala propia en Fuenlabrada, y con la Sala Triángulo, lo que hoy es El Teatro del Barrio, y ahí si empezamos en serio. Pero todo eran fracasos estrepitosos, de lo cual me alegro mucho, porque de ellos es de los que más se aprende.

– Incluso llegaste a dirigir un ‘Serrallo’ que pudimos ver en Logroño hace más de veinticinco años.

– ¡Sí! Eso fue cuando aún estaba en la escuela, con sus alumnas y algunos compañeros que me ayudaron. El montaje de esa obra de Miguel Cobaleda fue un trabajo ímprobo, pero tuvimos la suerte de que el Ayuntamiento se enrolló y nos cedió la Sala Gonzalo de Berceo. Fue una experiencia estupenda, nuestra primera producción, nuestra primera dirección, y con una acogida fantástica. Aquello no se me olvidará en la vida.

– Luego llegó el cine: un papel protagonista en ‘A los que aman’, de Isabel Coixet.

– Me presenté por casualidad al casting de aquella película y mi vida cambió.

– Después, la televisión.

– Sí, en la serie ‘Ellas son así’. Fue un buen comienzo en televisión. Y de ahí a ‘El comisario’, que es donde hice la cátedra, donde realmente aprendí.

– Y con la televisión, la fama.

– Esos momentos que sobrepasan la popularidad y llega la fama sólo los viví cuando hice ‘Ellas son así’. Yo era muy joven y fue un periodo muy breve. Luego no he pasado de ser popular, lo cual tiene sus ventajas, como que puedes bajar al bar a tomarte un vinito sin que nadie te moleste. Porque tengo compañeros con los cuales es imposible tomarse un café. Pobrecitos. Ellos lo entienden, porque al fin y al cabo comen de eso y la gente lo que hace es desmostrar su cariño y es el precio que tienen que pagar, pero yo prefiero mil veces ser popular a ser otra cosa.

– Tu profesión es un tobogán.

– Así es. Cuando llegó la crisis, hubo una especie de terremoto en el oficio. Antes, el patrimonio de un actor era su caché, lo que cobraba era su patrimonio. Para unos era X, para otros era X + Y y para otros, X – Y. Pero nos metieron a todos en el mismo saco, y esa jerarquía desapareció por completo, por lo que te veías compitiendo por un papel con actores que no eran de tu liga, actores que estaban tres escalones por encima o al revés. Hubo años duros, en los que el 85 por ciento de la profesión estuvo en paro.

– ¿Se ven o se adivinan los ‘brotes verdes’?

– (Duda un instante) No. Por una razón: La televisión es incapaz de absorber a todos los actores que hay en España. La gente dice: “Pero es que ahora se hacen muchísimas más series que antes”…, pero antes las series duraban cinco o seis temporadas y ahora duran una o dos, por lo que el volumen de trabajo no creo que sea muy superior. El teatro sí que absorbía mucha gente, pero con la crisis, con el IVA, muchos compañeros, no sólo actores, se hundieron.

– La crisis, al menos, ha servido para estimular la imaginación y la creatividad…

– Sí, sí, sí. Que se lo pregunten a los argentinos, que cuando el corralito hacían teatro en los garajes, en los salones de casa, en cualquier sitio. Se aprecia cómo con menos dinero se optimizan los recursos y se ven escenografías y situaciones escénicas realmente ingeniosas y baratas.

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