La Rioja

Fumando espero, el debate que yo quiero

El Ayuntamiento de la capital riojana era este lunes un edificio infranqueable. Había más seguridad en la casa consistorial diseñada por Rafael Moneo que en un aeropuerto el día después de un atentado yihadista en el viejo continente. Todavía estamos en alerta. Para llegar al Salón de Plenos, había que pasar tres controles: policía, protocolo y policía. Y no te despistaras con la acreditación sin llevarla a la vista, que en menos de lo que se rechaza una moción de Cambia Logroño tenías al personal de traje preguntándote que qué hacías allí.

“Oiga, usted, el que no lleva acreditación, ¿es que no tiene otra cosa mejor que hacer un lunes a mediodía que venir aquí a pasar la mañana? ¿Quiere entrar en calor? ¿Ver si se lleva algún cuadro de la pared? ¿Mangar algún bolígrafo? ¿Firmar un par de licitaciones para su empresa? ¿Busca el 010 de la Smart City? ¿La clave del wifi? ¿Viene a apuntarse a la exaltación de chuletillas de San Mateo? ¿Quizás ha creído que esto era el Centro de la Cultura del Rioja o La Casa del Cuento?”.

“Hola, hola, no, no no… soy prensa”, se suele responder así en genérico, rápidamente, como pidiendo disculpas y con la voz en bajito para no ser castigado con la expulsión del recinto. Y se levanta la acreditación que se ha tapado como si se fuera un árbitro amonestando al delantero que acaba de simular un penalti. Entonces llegan los respiros de alivio. La tranquilidad. Falsa alarma. Menos mal. Es un periodista. Podía ser alguien peligroso, pero es un simple plumilla. “Pasa, pasa”. “Gracias”.

Pero da igual las medidas de seguridad que pongas en las puertas. Un Salón de Plenos es un lugar parecido al salvaje oeste: políticos, periodistas y funcionarios en un mismo lugar. ¿Qué puede salir mal? Pues casi cualquier cosa. Y en realidad, nada. Todo se ajusta al guión previsto. “¿Y qué esperan los logroñeses de este debate?”, se preguntaba la alcaldesa Cuca Gamarra nada más empezar su discurso (41 folios, dos horas de parlamento). Se lo preguntaba en serio. Sí, sí.

“Que se les informe de la situación municipal, que rindamos cuentas de la función desempeñada y avancemos los proyectos futuros”, se contestó a sí misma. Y se respondió en serio. Sí, sí. “Siguiendo mi costumbre, apoyándome en hechos, en los datos y no en palabras”. Repitamos. ¿Y qué esperan los logroñeses de este debate?

La verdad es que nada. No esperamos nada: una protesta de los funcionarios haciendo pasar un mal trago a Gamarra nada más arrancar la sesión -este día es para un liberado sindical lo que una huelga general para la CNT-, un discurso de ensalzamiento de la gestión del Equipo de Gobierno, varios anuncios para llenar titulares (más de 50 hizo la alcaldesa) y las críticas desde la oposición. Si hay suerte, alguna frase permite hacer un chascarillo gracioso y aquí paz y después gloria.

“Los vecinos de Logroño nos sentimos muy logroñeses, muy riojanos, muy españoles y muy europeos”, dijo la primera edil, sin emular lo que ahora a cualquiera se nos viene a la cabeza… queremos también ser mucho logroñeses, mucho riojanos, mucho españoles y mucho europeos. Y ya está. Porque Cuca es más de las frases de Aznar (recordemos que vivió en Logroño) que de las de Rajoy. “Logroño es una ciudad en la que coloquialmente decimos y de la que se dice: ‘Aquí se vive bien'”.

Logroño va bien. España va bien. Al menos, según el guión de la primera jornada del Debate del Estado de la Ciudad. Este martes, segundo asalto. Toca pasar de la sentencia aznarista al “España va muy bien” de SKA-P: “Y es que españa va muy bien, va muy bien pa’ los de siempre, pal banquero, pal alcalde y para nuestro presidente, pero pal que se lo curra todo sigue igual de mal”.

Subir