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La calidad se impuso a la ilusión

Noche de Copa en Las Gaunas. Noche como las de antes: el bocata, la bota, la “faria”, el chunda-chunda de los bombos… Sólo faltaba el tío de los “skysoles”. Bueno, el de los “skysoles” y unos cuantos miles más, pues el estadio registró, a ojo de buen cubero, apenas media entrada.

Unai Emery plantó sobre el campo un equipo B: Sólo Kolodziejczak (dejémoslo en Kolo) repetía en el once inicial respecto al que se enfrentó de partida el pasado domingo al Valencia en el Sánchez Pizjuán. Aún así, el Sevilla tiene una plantilla larga y en el césped había calidad por arrobas, las que aportan tipos tan competentes como Iborra, Krohn-Dehli, Reyes o Immobile. Pouso, por su parte, desplegaba un 4-2-3-1 con Jordan en punta y la presión muy arriba.

La UDL no se arrugó, plantó batalla y afrontó el encuentro con descaro. Pero poco duraron las buenas intenciones. No habían pasado once minutos, casi en el primer acercamiento hispalense al área riojana, cuando Krohn-Dehli sacaba con precisión un córner a la cabeza de Coke, que remata sin oposición en el área pequeña ante la mala salida del meta Miguel. 0-1.

La Unión Deportiva siguió intentándolo con más corazón que acierto. Apenas un centro desde la derecha de Álvaro González al que no llega por poco Íker Alegre es lo más parecido al peligro que se pudo sentir en las inmediaciones del joven David Soria, cancerbero sevillano para la ocasión. Mientras, el equipo blanco (hoy de negro) montaba sus contras en las botas del danés y de la “perla” y buscaba las vueltas a la defensa por su flanco izquierdo con reiteradas internadas de Coke. En una de ellas, y tras mal despeje de la defensa, el balón le llega a Krohn-Dehli que empalma con precisión y clase desde el punto de penalti. Minuto 38 y 0-2.

La segunda parte nos la podíamos haber ahorrado. El Sevilla, gallito en horas bajas, tiró de oficio para dormir el partido. A un equipo de Champions le sobra con eso para que vayan pasando los minutos y achuchar de vez en cuando al contrario. Así, otra salida a por uvas de Miguel en el 57 le permitía a Inmobile hacer el tercero y sentenciar el partido y la eliminatoria.

El último cuarto de hora sirvió para que los locales buscaran el de la honrilla, pero sin inquietar al cancerbero rival. Dos tiros lejanos de Alegre y Muneta no llegaron ni a poner el “!Uy!” en una entregada afición blanquirroja que nunca dejó de animar a los suyos. Salió Fernando Llorente, Chevi pasó las de Caín (un viaje en los riñones a cargo del portero sevillista y una mala caída en la que se luxó el hombro, lo que le impidió terminar el encuentro) y Hernández Hernández, árbitro que parece escapado de un tebeo de Tintín, soplaba el pitido final. Abrazos, aplausos a la grada y en quince días nos vemos en Nervión. Allí, para que se produzca el milagro, Pouso no sólo va a necesitar al calvo del Mirandés, sino que va a hacer falta hasta el calvo de la Lotería.

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