Después de veintiocho jornadas ligueras y con el equipo hundido a cinco puntos de la salvación, la SD Logroñés ha tomado la decisión de prescindir de su director deportivo Juanma Barroso. Tres entrenadores han pasado ya por el club (Jordi Fabregat, Andrés García y ahora Aitor Larrazabal) y ninguno de ellos ha conseguido resultados con la plantilla. Por lo tanto, el foco de ese fracaso debía desviarse hacia una instancia superior: la dirección deportiva. Un cargo del que la afición, muy descontenta con la deriva de su equipo, ya pidió relevo en las últimas jornadas.
Barroso llegó al club durante el pasado verano, con la misión de reemplazar a un sobresaliente Miguel Chocarro en la planificación deportiva junto a Raúl Llona. Desembocó en Las Gaunas con su amigo y entrenador Jordi Fabregat, al que él mismo definió como una “apuesta personal”. Esa decisión, sin embargo, solo duró hasta la séptima jornada. Después de la derrota frente a Unionistas, tras tres partidos perdidos consecutivos, el club tomó la decisión del relevo. Barroso explicó que, además de los resultados, existía una “pérdida de confianza de la directiva”. Por lo tanto, su posición quedó tocada en un momento tan pronto de la temporada.
Después de que él mismo dirigiera al equipo en Lugo, con la firma del carnet por parte de Edgar Jiménez, preparador de porteros, llegó Andrés García. Cambio de perfil en el banquillo, con un técnico joven, con experiencia en ligas internacionales, pero sin bagaje en Primera Federación. Dicha segunda baza tampoco resultó, pues el equipo no remedió sus resultados y siguió inmerso en zona baja. En Navidad, García abandonó la nave blanquirroja y fue sustituido por Aitor Larrazabal. El ex jugador del Athletic cogió el timón a partir de la jornada 18, con la intención de utilizar el mercado de invierno para remediar la situación.
Barroso trabajó durante esa ventana y reforzó al club con futbolistas como Miceli, Conejero, Schmerböck, Salado o Ferni. “La SD Logroñés es el equipo que mejor ha aprovechado esta ventana de fichajes”, dijo entonces. Su intención era reforzar los números ofensivos del equipo y arreglar su consistencia. Tampoco lo ha conseguido. Bloqueados mentalmente, los futbolistas están inmersos en un bucle que no cesa. El vizcaíno no ha conseguido resultados: solo un triunfo en once partidos y lo peor de todo, tres goles a favor en los últimos doce encuentros. Es decir, que Barroso volvió a fracasar en su tarea, aumentar la productividad ofensiva del equipo. Demasiados errores como para mantener un puesto que ya sujetaba en extrema debilidad. Demasiado floja la cuerda como para no romperse.
