La Rioja

“En el Antiguo Régimen ya existían las órdenes de alejamiento por violencia contra la mujer”

Cuando Julio Arroyo comenzó a trabajar en su tesis sobre diferentes fundaciones eclesiásticas descubrió en los archivos de la Catedral de Calahorra algo interesante: expedientes judiciales de petición de divorcio en los que se aludía en la mayoría de las ocasiones maltrato a la mujer. Una situación que puede parecer nueva, pero que ha estado presente desde la época clásica con el rapto de las sabinas. Esta semana ha ofrecido una charla organizada por Amigos de la Historia sobre al maltrato hacia las mujeres en el siglo XVII con documentación del archivo catedralicio y diocesano de Calahorra.

– Un tema de actualidad, pero que no es nuevo.

– En la historia de las mujeres tiene mucha importancia la violencia ejercida sobre ellas. Y lo que se ha encontrado en el archivo no es más que la punta del iceberg, porque se trata sólo de archivos judiciales de la Diócesis sobre divorcios canónicos, es decir, en los juicios de divorcio eclesiástico aquellos en los que la mujer alegaba malos tratos para solicitarlo.

– Se entiende que sólo está la violencia ejercida dentro del matrimonio y la de aquellas mujeres que se atrevían a pedir la nulidad matrimonial.

– También hay casos de violencia ejercida por los sacerdotes a algunas mujeres, pero en su mayoría son de expedientes eclesiásticos, sí. En en Antiguo Régimen los sacerdotes tenían sus propios tribunales y por eso también aparecen estos casos que, por cierto, se penaron con cárcel por parte de la Iglesia. En los otros casos sí, la mayoría eran mujeres hidalgas de familias importantes de la ciudad.

– ¿Cómo actuaba la Iglesia con ellas?

– Entonces el matrimonio obligaba a que la mujer conviviese con su marido, y cuando eran maltratadas, una forma de poder salvar la vida era pedir el divorcio eclesiástico porque extinguía la obligación de la convivencia. La propia Iglesia le buscaba una casa en la que el padre de familia se comprometía a cuidarla y mantenerla a salvo. Incluso se notificaban órdenes de alejamiento con amenaza de excomunión si no se cumplían. Ahora puede parecer un castigo mínimo, pero no lo era en ese momento. En muchos casos se obligaba a los maridos a devolver la dote para que estas mujeres pudiesen mantenerse por sí mismas y también la mitad de los gananciales.

– Resulta curioso ese apoyo de la Iglesia.

– Hay que tener en cuenta también que había un límite de violencia permitido, pero los casos de los que hablamos son de violencias extremas, ataques con hachas, una mujer a la que su marido intentó quemarla viva… Los casos de violencia con final de muerte iban a juicios reales, por eso tampoco están en mi estudio. De todas formas la Iglesia del Antiguo Régimen no era igual que la que ha habido después.

– ¿Era algo habitual en el resto del país también?

– He visto otros estudios. En Calahorra hay 16 casos, en La Rioja unos 50 con las mismas pautas y por estudios que he visto en el resto del país iba en la misma línea.

– ¿Cómo eran ese tipo de maltratos?

– Como te decía son casos de extrema violencia, pero resulta muy curioso que los maridos ejercían la violencia con las puertas cerradas, porque si los vecinos escuchaban algo solían entrar en casa a parar al maltratador. Más aún resulta curioso que en todos los juicios hay varios testigos que defienden la versión de las mujeres. Dentro de que, por supuesto era una sociedad patriarcal y machista, también era una sociedad mucho más comunitaria que la de ahora, que parece que cada uno va más a lo suyo.

– ¿Algún caso curioso?

– Estudiando los diferentes archivos, un apellido me sonaba mucho. Volví hacia atrás y comprobé que la hija de una maltratada había sido 34 años después maltratada también por su marido.

– Parece que el problema viene de lejos.

– Hay violencia contra la mujer desde que hay fuentes escritas. El problema es que no vamos a mejor porque ahora esto es una plaga.

– Me comentaba que también hay dos casos de sacerdotes que maltrataron a mujeres.

– Sí, hay uno de una criada de un sacerdote a la que le pegó otro sacerdote, lo pillaron en el momento y le cayó más de un año de cárcel. Además, otro pegó a dos mujeres que cogían trigo, lo pillaron también en el mismo momento, los ciudadanos los detuvieron y lo denunciaron. Ese también tuvo pena de cárcel y tuvo que pagar 50 ducados que venía a ser la mitad del salario anual de un sacerdote.

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